No soy yo mucho de banderas, pero la de la Cruz Roja me pone, por eso me hice voluntario, bueno por eso y por Antonio Jimeno. Durante los días 31 de Octubre y 1 de Noviembre podréis vernos buscando vuestra solidaridad, la de la gente de Pozoblanco, con nuestras huchas. Solidaridad muy necesaria para que los voluntarios de Cruz Roja, concretamente los de la Asamblea de Pozoblanco, podamos continuar durante todo el año con nuestra labor de cubrir las necesidades básicas de muchos de nuestros vecinos. Nuestra labor se centra en intentar que las familias que acuden a nosotros tengan los alimentos básicos para ellos y sus hijos, ayudarle económicamente para que no sean desahuciados, para que tengan luz, agua y brasero durante el invierno, que su hijos tengan libros y material escolar como el resto de sus compañeros, orientarlos en la bÚsqueda de soluciones a su actual situación, formarlos, mantenerle la esperanza en que su situación es puntual.

Debemos ser conscientes de que cualquiera de nosotros podría estar en su situación, muchos de ellos también son voluntarios, también colaboran con la Asamblea en el día a día. La solidaridad es uno de los valores esenciales que no podemos descuidar y que debemos transmitir a nuestros hijos, nosotros necesitamos mucha de vuestra solidaridad en forma de dinero, alimentos, etc., y la vamos a buscar y pedir durante estos días. Ellos, vosotros tal vez algún día lo agradeceréis, siempre habrá algún conocido, vecino o amigo que no sea capaz de pedirla, pero para eso estamos nosotros para buscarla y repartirla entre quién más la necesita. No nos vamos a disfrazar de zombies, llevaremos una Cruz Roja en el pecho, una hucha y una gran sonrisa. Nuestra única contrapartida será que os colocaremos una banderita en la solapa, no para salvar vuestras conciencias, si no para que toméis conciencia de que esto es una tarea de todos.

Decía John Donne: «Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti«.