La consejera de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Elena Víboras, ha asegurado que “es el momento de trabajar para que la nueva Norma de Calidad del Ibérico se implante de forma satisfactoria para beneficio del sector y de los consumidores”. Víboras realizó estas declaraciones durante la reunión de la Mesa del Ibérico, que se celebró ayer en Sevilla y que contó con la participación del sector.

“Desde la Consejería valoramos la nueva Norma de Calidad del Ibérico, ya que se trata de una modificación muy esperada por el sector que habíamos solicitado desde Andalucía”, aseguró la consejera, que presidió esta Mesa en la que se analizó la nueva regulación, publicada el pasado 11 de enero, y su incidencia en Andalucía.

En este sentido, recordó que, “en los últimos años, el cerdo ibérico en extensivo, criado bajo un sistema de producción sostenible único y singular como la dehesa, se ha visto abocado a una posición económica insostenible, debido a una sobreoferta de ibérico de cebo intensivo y la falta de una adecuada diferenciación de los productos del cerdo ibérico extensivo en los mercados”. «Esto ha afectado especialmente al cerdo ibérico de montanera, que es el producto de más calidad, pero también el que más costes de producción soporta», apuntó.

Por todo ello, aseguró que “era necesario modificar la anterior Norma de Calidad de este tipo de productos”. De esta forma, “la nueva norma incorpora buena parte de las demandas que habíamos trasladado al Ministerio, gracias al trabajo coordinado con el sector”, ha señalado. Al respecto, la consejera ha destacado como algo positivo de la norma nueva “que haya una mayor claridad en las denominaciones de venta, especificando aspectos raciales y de la alimentación”. Igualmente, añadió, “estamos de acuerdo con la simplificación a tres categorías de alimentación –bellota, cebo de campo y cebo- y valoramos, especialmente, la categoría de ‘bellota’, que debe ser la principal denominación que debe definirse en la norma”.

Asimismo, Elena Víboras consideró “positivo” que se mencione primero la alimentación y luego la raza, “tal y como proponía Andalucía, porque consideramos que es algo crucial para que el etiquetado sea más claro”. No obstante, ha apuntado, “desde Andalucía defendíamos que se utilizara la denominación de ‘pienso’, ‘de rejilla’ o ‘de granja’ en lugar de ‘cebo’ para aquellos animales que se crían en intensivo y que no tienen ninguna relación con la dehesa”.

De igual forma, explicó que “consideramos que el ‘cebo de campo’ pasa a ser un cajón de sastre en el que caben distintos sistemas de producción, permitiendo densidades de hasta 100 cerdos por hectáreas, eso sí, al aire libre”. «Estas producciones intensivas comparten la misma denominación que aquellas que realizan un aprovechamiento más extensivo y que utilizan otros recursos de la dehesa, pero que no alcanzan el peso final en montanera y se tienen que terminar con cereales», destacó.

Además, la consejera lamentó que “no se hayan tenido en cuenta las consideraciones de Andalucía para definir la carga ganadera máxima para el cebo de campo, que proponíamos en nueve cerdos por hectárea y, sin embargo, se permite hasta 100 cerdos por hectárea”. En cuanto al etiquetado, “valoramos que se evite el uso de alusiones o imágenes de dehesa, bellota y similares en otras denominaciones, evitando así la confusión del consumidor, tal y como pedíamos desde Andalucía”, aseveró.

Igualmente, detalló que desde Andalucía se está de acuerdo con el uso de precintos de colores para identificar y trazar los jamones y paletas, según cuatro denominaciones: negro (bellota 100% ibérico), rojo (de bellota ibérico), verde (de cebo de campo ibérico) y blanco (de cebo de campo). No obstante, ha recordado que, debido a que el color verde puede crear confusión a los consumidores, que pueden pensar que está más relacionado con la dehesa que el rojo, Andalucía propuso utilizar los colores negro, verde, amarillo y blanco para el orden de denominaciones mencionado.

Tal y como trasladó la consejera a los participantes en esta Mesa, quedan aún algunos detalles que se tienen que definir y concretar más, como los controles. De igual forma, “consideramos que el periodo de adaptación previsto en la norma favorece fundamentalmente a la industria y no al sector productor, pues se debería haber establecido un periodo transitorio para la adaptación de las cargas ganaderas”, subrayó.