No se respira el ambiente de siempre en la sede del CDeI, por otra parte algo lógico después del batacazo electoral sufrido en las municipales de mayo. Aquella noche, Benito García se vistió, por enésima vez, de líder y alentó a los suyos, pero García está muy lejos de ser el líder indiscutible de antaño, de no hace tanto tiempo, muy lejos. A tanta distancia como está su partido de ese grupo cohesionado de personas que iban casi todos a una. La renuncia de la concejala Francisca Fernández a su acta fue una muestra más de que algo anda mal, tanto como las declaraciones del secretario general, Antonio López, en una entrevista a este medio cuando se le preguntó si había crisis al apuntar que «hay diferencias entre unas personas y otras pero es normal. Cuando tratas durante mucho tiempo con gente, empieza a haber roces. Unos te van cayendo mejor y con otros pierdes la relación. Si alguien está enfadado que lo diga. Yo no estoy enfadado«.
Las diferencias en el seno de partido son claras y evidentes y se remontan a antes de los comicios cuando hubo personas que no entendieron la confección de la lista con la que el CDeI iba a concurrir a esas elecciones y, por supuesto, se agravaron tras la lectura que unos y otros hicieron de los resultados electorales. En la noche de elección de secretario general, ese malestar pudo constatarse con varios detalles como el descenso de la participación de la militancia con respecto a citas anteriores de las mismas características. El segundo se pudo reflejar en algunos rostros y comentarios velados. Hasta ese momento, parecía que en el CDeI nunca había ganadores y perdedores, todos a una, esa noche hubo ganadores -la línea continuista- y hubo quien atisbó si no su adiós si su retirada de la primera línea -los que apostaban por cambios de envergadura-.
Unos cambios que pasaban por decir adiós, probablemente, a todo aquello que viniera de la mano de Benito García, había intenciones entre ciertas personas del partido de sobreponerse a su figura, la confianza ciega se perdió en el camino. Y es que a nadie se le escapa, le pese a quien le pese, que CDeI ha sido un proyecto individualista, arropado evidentemente por su militancia, en torno a quien fue capaz de tambalear los cimientos del ‘gigante’ PSOE, de mandarlo a la oposición, de gobernar semanas en solitario. Y cuando se esperaba que fuera García el que dijera adiós -por motivos laborales-, la sorpresa saltó el pasado lunes y fue su compañera Francisca Fernández la que abandonó su sillón en el salón de plenos, una muestra más de que en el seno de partido hay discrepancias importantes.
Fernández alegó «motivos personales», pero también se le escuchó en la noche de la elección de secretario general que estaba «descontenta». Intentado profundizar en ese descontento, la ya ex concejala -que seguirá como militante- indicó que «a veces cuando das tanto esperas recibir lo mismo, igual puedo estar equivocada pero es como pienso». Tampoco escondió su decepción porque el nuevo secretario general no la hubiera ni siquiera llamado para tantear la posibilidad de que entrara en la nueva ejecutiva local. Ruptura. Fernández escenificó lo que es un grito a voces -ya lo hizo cuando no optó a la secretaría general- que el CDeI necesita volver a unir a sus filas para intentar ser lo que fue y de eso se tiene que encargar Antonio López, que se esfuerza en dejar claro que el CDeI no es cosa de dos días. «Hay quienes están deseando que desaparezca», dijo en su primera comparecencia ante los medios. Los habrá que sí y los hay también que duden de la capacidad de resurgir del partido tras la caída de su líder.
De momento, lo que no hay que negarle a Francisca Fernández es que se marchó como hay que irse de los sitios, por la puerta correcta, recibiendo el cariño de sus compañeros y, sobre todo, de la calle. Hay quienes ven en Francisca Fernández ese punto de cohesión que necesita el partido, pero son muchos más los que han valorado su trabajo por encima y lejos de lo que pasa en su partido. El lunes, sobre las siete de la tarde recibí una llamada, la entonces concejala quiso comunicarme su decisión antes de que se llevara a cabo en el pleno, para que estuviera preparada, lo hizo con más compañeros de profesión, también con quienes no siempre hemos escrito a su favor. Se fue siendo elegante y dando a cada uno su sitio y eso es de reconocer.
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