El pasado mes de septiembre se disputó la Powerade Madrid Lisboa Non Stop, una de las pruebas de bicicleta de montaña más duras del mundo, con un recorrido de 774 kilómetros que une las ciudades de Las Rozas y Lisboa y que impone un tiempo máximo de 55 horas para completarlo. Para aumentar la dificultad, el recorrido no está marcado y se debe seguir por GPS. Entre los 700 participantes, distribuidos en 97 equipos de 4 integrantes, 69 equipos de 3, 29 de 2 integrantes y 48 participantes que corrieron en modalidad de solo se encontraba el pedrocheño Mariano Moreno Torralbo, que optó por esta última opción.
Mariano Moreno, que en 2014 fue finisher de la Titan Desert, la edición más dura de la historia, terminándola en un meritorio 120 puesto en la general, llevaba casi un año comentando que quería aventurarse en esta “locura” de la Madrid Lisboa y con una larga y dura preparación que pasó por muchos altibajos y teniendo muy clara lo complicado que era terminar la prueba, se presentó en Las Rozas para retirar el dorsal y hacer frente a casi dos horas de cola para completar los trámites requeridos.
Después tocó descansar para amanecer el día de la prueba con «los nervios a flor de piel». Tocaba preparar la bici, el GPS, las luces, las equipaciones y ultimar los detalles con la asistencia que le acompañan en esta aventura –Almudena, Julián y Marisa-, parte primordial en este tipo de prueba ya que «en cada punto de hidratación tienen que tener a punto la comida, la ropa para la noche o poner a punto la bici para perder el menor tiempo posible». A las doce del mediodía se dio la salida y ya quedaban 774 kilómetros por delante, 55 horas para llegar, 11.000 metros de desnivel positivo y «mucha ilusión».
Los primeros acompañantes
«Hasta la primera estación de hidratación (EH) llego con muy buen tiempo, cogiendo un buen grupo y llegando con más de una hora sobre el tiempo de corte, el terrero rodador, sin apenas dificultad técnicas y con un par de subidas algo más largas llegamos a Robledo de Chavela (71 km)», relata el deportista. Moreno sigue con su narración de la prueba explicando que «para la segunda EH se sale por un terreno complicado, tanto técnico como por el desnivel de subida, un constante sube baja por senderos y trialeras, para coger un tramo más favorable y llegar cerca de El Barraco (Ávila) donde el pantano de el Burguillo parecía interminable. El grupo en el que había llegado era de equipos por relevos y me quedo solo, que visto lo visto es lo peor que puede pasar, hice todo el tramo sin compañía y se me hizo largo, solo los equipos que quedaban por atrás pasaban dando ánimos, así hasta Burgohondo (139 km), sin agua y casi de noche».
El corredor aborda en su relato un tercer tramo que comenzó ya de noche con «luces instaladas, maillot largo y a rodar, ya que por delante teníamos uno de lo tramos más complicados según los participantes que ya lo habían hecho anteriormente, tramo con mucha subida, más de ¾ partes subiendo y el resto de bajada imposibles por la cantidad de piedra que había». «En este tramo es donde coincido con Jacobo, un burgalés, nos hicimos compañía hasta el final, los dos llegamos a Navalperal de Tormes (203 km), un pueblo de unos 50 habitantes volcados con la carrera, justos de tiempo y con un poco de frío, llegamos a estar a 3 grados», apunta.
El dúo encuentra otro apoyo en otro corredor, Iván, que «nos lleva a un ritmo altísimo en un tramo que era favorable para recuperar tiempo. La salida era en bajada y por carretera donde se cogieron unas velocidades considerables para llegar a la base de el puerto de Tornavacas, después de coronarlo una bajada , otra vez con mucha piedra, para pasar por el Valle del Jerte y por fin la EH de Navaconcejo (282 km)». Hasta aquí, el pedrocheño acumula ya 17 horas y 45 minutos y toca hacer una rápida parada para, sin tiempo para descansar, continuar.
Fuerzas debilitadas
«Son las cinco de la mañana, mientras esperamos que amanezca seguimos avanzando, las fuerzas se debilitan y la cabeza me abandona un momento, pienso en el abandono pero Iván y Jacobo me convencen para seguir. Al paso por Plasencia le seguía un tramo largo de carretera donde da tiempo a comer un poco y recuperamos para luego enlazar con la Ruta de la Plata (en contrasentido) hasta la EH de Cañaveral (354 km) como en los últimos tramos seguimos llegando justos de tiempo para el cierre de control», explica.
Moreno destaca que esa parada la toma con «más calma» para afrontar el siguiente tramo algo «más fresco». En ese tramo tiene que hacer frente a una zona de muchos toboganes, muy seco y sin sombras lo que unido al calor provoca que a muchos corredores se le atragante la zona. Con todo, el pedrocheño llega a otra EH, la sexta, en Alcántara (422 km) después de 31 horas y 30 minutos.
«La próxima etapa ya saldríamos de nuevo de noche, la segunda noche, luna llena para cruzar la sierra de Gredos viendo ya que sería complicado llegar al corte por el tiempo nos lo tomamos con calma, seguía con la compañía de Jacobo, rodamos tranquilos disfrutando de la noche, de la luna, de la soledad, escuchando la berrea, escuchando lobos, fue entonces cuando la cabeza se desconecta de la carrera y en el cruce con una carretera decidimos el abandono antes de llegar a Cedillo. Han sido 480 kilómetros en 36 horas, sin apenas parar a descansar«, cuenta.
Después de esta experiencia, a Mariano Moreno le queda dar las gracias a su equipo de asistencia, a todos aquellos que han tenido palabras de ánimo, a su club, el MTB Arrastraculos y al Ayuntamiento de Añora «por dejarme sus instalaciones para continuar mi preparación». En su mente queda una idea clara, «me quedo con la sensación de que es un reto que se puede conseguir, es complicado, lo sé pero se puede y ya solo queda casi un año para la próxima edición«.
No hay comentarios