A Luci Naciones 9 

Para Alicia y Lidia y para los que ven y aman a alguna persona con discapacidad

03-diciembre-2015

Querida Luci:

“Bienaventurados los que son lo que parecen, porque no tendrán que vivir aparentando lo que no son.” Seguramente debería empezar y terminar esta epístola a-Luci-nante con la bienaventuranza que te cito. ¿Qué más quieres que te diga?

Pero, ya sabes, me cuesta arrancar y hasta que me lanzo… luego no hay quien me pare y me traiciona mi incontinencia verbal. Ciertamente se trata de una bienaventuranza apócrifa, sin embargo, cuando la escuché me pareció tan real, tan de verdad, tan necesaria.

Yo no sé muy bien si se vive mejor siendo lo que se parece o aparentando lo que no se es, pero, considero que los que se inscriben en el primero de los supuestos atraviesan por este mundo ligeros de equipaje, casi flotando, con sus esfuerzos y afanes claros y manifiestos. Los del segundo, por el contrario, arrastran una –más o menos, según los casos, grados y categorías- pesada carga que intentan disimular o esconder y -al menos- justificar. Y, casi siempre, deben de pagar un precio por ello.

A mí que -por mi trabajo- paso muchas horas con personas que se hallan en los primeros compases de su ciclo vital, me parece que la bienaventuranza correlaciona con la edad, es decir, a menos años más del primer grupo y mientras más viejo –aparte de más pellejo– menos ligereza en el equipaje y más cargado de casi todo. Conviene destacar que, también en este terreno, por desgracia, existen intereses que intentan recortar y acortar la infancia, claro está, a costa de estirar como un chicle, el infantilismo. De eso hablaremos otro día.

Parecer feliz o amable o interesado en no sé qué o amigable o rico o importante o listo o preparado o experto o paciente o inocente o decente o aparentar que vamos donde va la gente… (Lista interminable y tan abierta como los vericuetos del alma y del cuerpo) y hacerlo (con la justificación de los tiempos del destape) ¡Porque lo exige el guión! es, al parecer, el único consuelo que nos queda por habernos dejado coger en esa trampa.

Hay individuos –muy pocos- que no se dejan atrapar, que no ceden porque no existe guión alguno que pueda con ellos. Son lo que parecen, desde que nacieron hasta que su corazón les diga: “Hasta aquí llegamos”. Yo conozco a algunas de esas personas, entre las que -ya lo habrás adivinado- no tengo la suerte de encontrarme.

Esos seres humanos suelen pasarnos desapercibidos pues, aunque están a nuestro lado, demasiadas veces, los tratamos como invisibles. Nuestras reglas (escritas y de las otras) impregnadas de eso que damos en llamar guardar las formas (o las apariencias) son dictadas por los de la segunda parte de la bienaventuranza.

El 3 de diciembre se celebra el día de las personas con discapacidad. Las que, con sus caras y sus cuerpos y sus conductas, son –inapelablemente- lo que parecen. Nosotros podemos ayudarlas a que vivan dichosas, desempeñando las tareas que se les asignan; ofrecer nuestra mano para que no vayan detrás y marchen a nuestro lado; dejar puertas abiertas para que no se queden fuera y mirarlas y tenerlas presentes para que la niebla de nuestros convencionalismos no las convierta definitivamente en invisibles. Todo eso -y algo más- podemos y debemos hacer nosotros. Ellas, cuando nos miran o nos abrazan, nos transmiten la certeza de que –pese a sus muchas dificultades- es una suerte no tener doblez y no tener que vivir pareciendo lo que no se es.

Querida Luci, como estoy convencido de que –lo mismo que a mí- te queda mucho por aprender, te propongo que, si quieres ir para arriba, hagas como los que viajan en globo: ¡Arrojar lastre! Está claro que no lo vamos a lograr de hoy para mañana ni, posiblemente, vamos a reunir valor ni coraje para hacerlo todo de golpe. Principio quieren las cosas. Yo voy a empezar por reconocer que necesito a mi lado a las personas con discapacidad y que, con mis palabras y mi comportamiento, debo hacerlas visibles siempre y, todo ello, no porque pobrecitos… sino porque: ¡Pobre de mí si no entiendo que, para ser bienaventurado, tengo mucho que aprender de estas personas!

¡Feliz día y felices días a las personas con discapacidad! y bienaventurados los que aprendamos a mirarnos en vuestros ojos.

Bienaventuradamente tuyo.