A falta de pan buenas son tortas. Ante un orden del día más bien pobre, el pleno del Ayuntamiento de Pozoblanco dejó algunas cuestiones de importancia en su apartado de ruegos y preguntas. Pudimos asistir a la reiteración del presidente del pleno, Pablo Carrillo, de que estaría dispuesto a encabezar las medidas de presión ante la Junta de Andalucía -de su mismo signo político- para que la obras de  la carretera de Iryda finalicen. Carrillo se atrevió a poner plazos y avanzó que si a finales de mayo-junio no se ha visto ningún cambio no dudará en encabezar las protestas o manifestaciones.

Protestas que podrían darse si se hace buena la ordenanza que contempla la ampliación de los puestos comerciales del mercadillo de la localidad por parte de empresarios locales. El portavoz del Partido Andalucista, Emiliano Pozuelo, dio por sentada esa ampliación y la titular de comercio, Francisca Fernández, le paró los pies afirmando que tan solo es una posibilidad sobre la que no se ha tomado ninguna decisión, aún. Por cierto, que Pozuelo puso sobre la mesa un tema que era el caballo de batalla de todos los corporativos y del que ahora no se habla ni en los pasillos. Me refiero a las subvenciones a colectivos, que andan esperando como agua de mayo que el plazo administrativo de aprobación del presupuesto se cumpla para poder presentar los proyectos. El tema se tocó de pasada porque lo que antes era algo vital ha pasado a un segundo plano. Cosas de la política.

También nos enteramos que el Partido Popular y el CDeI quieren variar el sistema de intervenciones en los plenos. Yo también querría. Su propuesta es la de dar minutos en función del número de concejales. Hay que reconocer que han estado listos. Por cierto, que ayer el presidente del pleno hizo un tímido intento de controlar esos tiempos llamando la atención en varias ocasiones, aunque en otras el reloj se le paró.

Como se paró el tiempo con la frase del pleno y es que no hay sesión donde las puyas Benito García-Josefa Márquez y viceversa no aparezcan. La última perla la dejó el primero cuando le espetó «lamento mucho que alguna saturación mental le impida ver la realidad». El segundo round se libró con las cuestiones aportadas por la concejala no adscrita, que sonrió al conocer una respuesta que sabía de antemano, le tocaba pasar las preguntas por escrito.

Hubo tiempo hasta para la gastronomía. Y es que entre pinceladas de las negociaciones para la nueva Política Agraria Común y Feria Agroganadera se coló la mortadela. Si, no me he vuelto loca. A algún corporativo no le pareció correcto ofrecer en el stand del Ayuntamiento de la muestra agroganadera ese producto, ya que habría que haber apostado por lo de la casa, vamos el jamón. Y por lo visto la mortadela gustó hasta a los altos mandos presentes en la Feria. Educada que es la gente.