Finalizado el pleno del pasado lunes de Pozoblanco, un señor que había acudido como asistente se acercó al concejal del PP Manuel Cabrera y le afirmó: «Lo que habéis votado hoy aquí es increíble. Hace 28 años en este mismo Ayuntamiento se encerraron los alcaldes para exigir mejoras para la comarca. Aquello fue el germen de la Mancomunidad. 28 años después le habéis dado la puntilla en el mismo salón«. El 20 de abril de 1988, ABC publicaba el encierro de «20 alcaldes de la sierra cordobesa» durante tres días en el Ayuntamiento de Pozoblanco solicitando la mejora de las carreteras y el correcto funcionamiento del Hospital Comarcal Valle de Los Pedroches. Para ese asistente al pleno lo que se votó allí no fue la separación de Pozoblanco de la Mancomunidad, sino el finiquito de la institución por el peso que ostenta el pueblo con mayor número de habitantes de la comarca.
La decisión anunciada por el alcalde Emiliano Pozuelo a la que se sumó el Partido Popular no es nueva. Nadie puede achacarle al primer edil un viraje en su opinión porque ya cuando no tenía el peso específico que posee ahora y era un raso concejal del Partido Andalucista puso sobre la mesa este debate. De otra forma, eso sí, porque su representación era la que era. Puede ser en este punto donde el discurso de Pozuelo cobre más sentido, el de no querer formar parte de una entidad que en la mayoría de las veces se mueve por meros intereses políticos y con el PSOE por un lado y el PP por otro. No está exento de razón tampoco el alcalde de Pozoblanco cuando habla de la quiebra en la que se encuentra la institución, y no hablo de temas económicos, sino de actividad. Nada pasa en la Mancomunidad hace años, en parte porque la institución ha tenido que remontar la enorme deuda atesorada fruto de aquellos años de bonanza económica que dejó más oscuros que claros.
Quizás lo que le ha fallado al primer edil ha sido el momento elegido para tomar esta decisión o al menos la forma en la que la trasladó. La prensa conocimos esta decisión cuando se le preguntó sobre el proceso de elección de la nueva Junta Directiva y presidencia de Adroches, a la que el Ayuntamiento de Pozoblanco optaba. «No vamos a estar donde no nos quieren», dijo Pozuelo y acto seguido aseguró que este mes era clave para Pozoblanco en la comarca y anunció que llevaría a pleno la idea de salirse de la Mancomunidad. Pareció una causa-efecto sin excesiva conexión o, al menos, sin una conexión coherente. Como tampoco parece ser coherente el que se nos llene la boca de hacer comarca y antes de abordar estos temas en el seno de la Mancomunidad tomemos una decisión de esta envergadura.
En el salón de plenos de Pozoblanco también se escuchó que no hay marca Los Pedroches, lo dijo Eduardo Lucena. Me atrevería a decir que hay más marca Los Pedroches que marca Pozoblanco. Lucena se cargó de un plumazo un hito como la lucha colectiva por la parada del AVE en Los Pedroches que consiguió unir a toda la comarca, se olvidó de que la comarca fue declarada Zona de Interés Artesanal o de la unión por defender el sector lácteo. La Mancomunidad hoy no funciona pero es el único elemento articulador del territorio que los ciudadanos de la comarca tenemos y antes de darle la puntilla igual habría que trabajar por hacer que funcione.
Y en esta parte es en la que me voy a mojar. Tengo mis dudas de si lo planteado en el Ayuntamiento de Pozoblanco no fue un órdago para intentar revertir la situación de una vez por todas y en estos seis meses se trabajará en ese sentido. Tengo serias dudas de que la decisión sea definitiva o simplemente una forma de apretar las tuercas. Habrá que esperar ahora a las reacciones del resto de municipios, si se apuesta por ‘currar’ o por las salidas en cascada, si se olvidan los partidismos y se recupera ese ideario colectivo al que políticamente tanta veces se recurre. Igual es hora de que los alcaldes vuelvan a encerrarse para saber a dónde nos dirigen.
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