26-mayo-2016
Querida Luci:
La libertad, como la Virgen María, puede tener muchas advocaciones: de conciencia, de pensamiento, de elección, de expresión,… pero, libertad solo hay una y es una palabra tan grande que no cabe dentro de raquíticos intereses ni consiente en ser domesticada ni exhibida en ningún circo.
Dentro del circuito escolar Abecedaria, acabo de asistir con varias clases de mi colegio, a la representación matinal en el teatro El Silo de la obra “Quijote, el vértigo de Sancho”. Debería decirte que las dos actrices protagonistas y el trapecista que las acompaña me han emocionado. Debería decirte eso y, a continuación, callarme… Ya sabes, cada día me cuesta más hablar o escribir. Sin embargo, si pillo tema, todavía soy capaz de juntar algunas palabras, otra cosa es lo que resulte.
De entrada, la función –al menos en apariencia- lo tenía casi todo en contra para llegar al público infantil. A saber: Literatura clásica, montaje minimalista y sobrio, sin palabras, don Quijote y Sancho interpretados por dos mujeres,… y sé que me dejo algo… El público infantil es un público difícil, no se conforma con cualquier cosa, no guarda silencio ni compostura así como así y, por supuesto, no aplaude si la función no le ha gustado. Aunque el telón se abrió con el patio de butacas revuelto, poco a poco, se hizo el silencio, la obra nos fue ganando y durante casi una hora, con un lenguaje que no es habitual para los niños y niñas de primaria, todos fuimos transportados a otra dimensión, la del espíritu y los sentimientos y la manera de mirar el mundo de los personajes de Cervantes.
El aplauso sincero y libre del final no significa que los pequeños (y los adultos) lo hayan comprendido todo (por otra parte, no me parece que eso sea lo esencial: Comprender es importante en el teatro, sentir resulta indispensable). Además, esa circunstancia da pie para seguir hablando en clase y facilitar claves para que cada uno componga su propio puzzle, con las piezas que haya podido reunir. En el mío particular, los elementos del rompecabezas se mezclaban con la libertad de expresión. Debe de ser que, en los últimos días, hemos oído hablar demasiado sobre ella, aunque bastantes (como si de una diva se tratase) no hayamos podido verla por ningún lado.
Muchos políticos (mira que no digo todos) de este país, que empezamos a no saber muy bien cuál es, se empeñan en tratarnos no ya como a niños, sino como a perfectos imbéciles y sacan del cajón, donde guardan todo aquello que no les interesa en absoluto, conceptos y quimeras como la libertad de expresión pero, solo cuando hay partido de fútbol y es, en este marco de enfervorizadas pasiones, cuando alzan las banderas (sólo las que les sirven para sus intereses) y alguno deja caer, así de pasada y como quien no quiere la cosa, que los seres humanos somos libres para expulsar el aire de nuestros pulmones de la manera que nos parezca más conveniente (y lo recuerdan, casualmente, solo cuando hay uno de esos partidos). Mil gracias por recordarme que poseo libertad de expresión, no sé que haría sin su inestimable ayuda y colaboración.
Eso de los nacionalismos, nos tiene a todos (me incluyo) un poco trastornados y cada día nos encontramos con más conciudadanos que (ayudados, en gran medida, por zafios e irresponsables lideres políticos) anteponen peligrosamente su filiación patria a su condición humana. Esos mismos lideres que olvidan que la libertad (la de expresión y las otras) es una palabra mucho más hermosa que aquello que su miopía les deja ver y olvidan, igualmente, que la libertad de uno y la de otro y la de su vecino,… nos lleva (siendo una) al plural: libertades y que tienen que caber todas o esto explota.
Querida Luci, te recomiendo (por mi libertad de expresión) que no te pierdas esta y las demás funciones del circuito Abecedaria. Todas las que he visto hasta la fecha me han parecido de un altísimo nivel. En ellas y acerca de ellas (merced a tu libertad de expresión) podrás manifestar lo que te parezca oportuno, del mismo modo que lo hacen (amparados por su libertad de expresión) los estudiantes que acuden. Escritor, director y actores (con su libertad de expresión) nos hacen sentir y entusiasmarnos con claves, afortunadamente, distintas a las habituales.
Ahora lo recuerdo, te decía que la obra lo tenía casi todo en contra, para llegar al público infantil: Literatura clásica, montaje minimalista y sobrio,… y por si esto fuera poco, la compañía se llama MARKELIÑE y ¡Es vasca! Sí, sí. Vasca de Euskal Herria o Euskadi, pero no temas, los actores no tenían cuernos ni rabo y se parecían a nosotros. ¡Eran como nosotros! Eran nosotros.
Ya te digo, el numerosísimo público infantil asistente, para no morir durante la función, ha expulsado el aire, pero sin emitir sonido alguno. Las actrices y el trapecista han hablado (sin hablar) de que es posible ser amigos, desde las diferencias y a mí, en un paréntesis en las clases, estas doña Quijota y Sancha made in Euskadi, desde la libertad, me han emocionado de verdad.
Con toda mi libertad de expresión, tuyo afectísimo.
No hay comentarios