El Club Deportivo Pozoblanco rindió ayer un homenaje al hombre que dirigió la entidad durante más de veinte años, Miguel Bajo. El que fuera presidente del club fue protagonista en el partido de ayer cuando al inicio del mismo recibió un placa tras ser nombrado presidente de honor de la entidad blanquilla. El actual presidente, José Antonio Bravo, fue el encargado de hacer entrega de esa placa a Bajo, que posteriormente se fundía en un abrazo con el técnico Rafa Carrasco.

Al término del encuentro, el ya presidente de honor explicó que la noticia le pilló por «sorpresa» lo que no quita que sienta una enorme «satisfacción» por su vinculación con un Pozoblanco que presidió en dos épocas sumando dos décadas pasando por «alegrías y desilusiones» que vienen a transformarse en «ascenso y descensos».

«Si el reconocimiento es merecido o no el tiempo lo dirá, lo que sí es merecido son los muchos años que estuvimos al pie del cañón», apuntó Bajo que también alegó que «el mundo del fútbol ha cambiado, como lo ha hecho todo y la verdad es que es una pena recordar algunos años y ver como hoy que el equipo es tercero apenas vienen doscientas personas».

El presidente de honor reconoció también que a pesar de ser años buenos, con hegemonía absoluta del fútbol, con una situación económica positiva y con jugadores que «cobraban verdaderos sueldos porque los generaban», el puesto de presidente también le dejó «sinsabores».

Sin embargo, del otro lado, de las oportunidades y de lo positivo se quedó con los ascensos deportivos pero también con las personas que durante ese camino le acompañaron. Y tuvo palabras para el entrenador con el que vivió once años, Juan Ríos, con el que se quedó al cuestionarle sobre un técnico especial en aquellos años. Del plano de los jugadores dijo tenerlo más díficil pero su recurdo fue para Rafa Ruiz «Coco«.