Querer sentarse en los primeros bancos o en los asientos de honor. Querer tener el conocimiento de toda verdad, sentirse justo e inequívoco; al fin y al cabo, ser un fariseo es y será siendo un oficio que muchos desean y que otros presumen de llevarlo con relucientes y pulcras túnicas.
Hoy en día, en España, hay muchos fariseos y de muchos tipos. Ellos están en primera fila, en esos asientos de honor. Ellos son los causantes de la crispación, de la división de un pueblo. Con sus ideas y políticas llenas de verdad absoluta nos van haciendo creer que son seres puros que quieren y procuran nuestro bien, el tuyo.
Estos seres puros, inmaculados, los hemos tenido a lo largo de nuestra historia, son el efecto de que España sea hoy aún más cainita de lo que era cuando ya Antonio Machado, el poeta, lo señalaba. Son la causa de que haya odio en las calles, que discutan en los barrios, entre vecinos, que se peleen en las casas, entre familias…
Estos seres buenos, hay que recordar, que no actúan solos ya que tienen la ayuda de sus discípulos. Estos discípulos son perros carroñeros deseosos de hacer sangre y más sangre, de perforar y horadar aún más la herida.
Todos ellos – seres buenos – que son para ti, para mí, para todos; nos gobiernan a nivel local, regional o nacional y además tienen buenos pregoneros para que el delito, su pecado, no quede en la sombra y tú sigas pensando que son seres buenos.
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