Dos Torres cerró uno de los fines de semana más intenso que acumula a lo largo del año. Una actividad que encontró su epicentro en la tarde-noche del sábado, aunque la Candelaria se dejó mucho antes. Porque aunque es al caer la tarde, con la oscuridad envolviéndolo todo, cuando la espectacularidad de la fiesta de la Candelaria gana enteros, lo cierto es que el bullicio en Dos Torres se empezó a dejar notar mucho antes, casi al alba. Los preparativos comenzaron pronto y los primeros visitantes tampoco se hicieron esperar. La historia es una parte ineludible e inseparable de esta fiesta y quienes visitaron el mercado franco situado en los aledaños de la Plaza de la Villa emularon aquellas acciones de venta que los señores de Santa Eufemia desarrollaban en Torrefranca. El tiempo respetó y la gente se echó a la calle para disfrutar de un amplio carrusel de actividades que tienen, año tras año, como eje fundamental poner en valor la tradición, la historia, el folklore y la gastronomía usía.
El paseo por ese mercado que tiene componentes medievales permitió a vecinos de Dos Torres, la comarca y la provincia agenciarse de productos artesanales o de disfrutar de algunos productos característicos de la gastronomía local. Sin embargo, los elementos propiamente usías compartieron espacio con los de otra localidad, los de Hinojosa del Duque. El municipio de Los Pedroches fue el pueblo invitado, algo que permitió ver en el mismo espacio la propuesta cultural y patrimonial de dos de los municipios más ricos en estos aspectos de la comarca. Como deferencia a esa invitación, la Plaza de la Villa acogió una pequeña representación de La Vaquera de la Finojosa, pieza del teatro popular que cada cuatro años marca la agenda cultural hinojoseña.
Mientras se agota el tiempo para acercarse al punto álgido de la jornada, la Plaza de la Villa se llenó de juegos populares, de música, de jotas tradicionales y el paladar de quienes tienen este fin de semana marcado en rojo también fue saciado gracias a la Muestra Gastronómica a la que se suman los establecimientos hosteleros de la localidad. Y es que la gastronomía estuvo muy presente porque además hubo degustación de migas tostas, realizadas por los mayores del Hogar del Pensionista, y el relleno aportado por vecinos de Hinojosa. Dos platos muy singulares y característicos de la comarca que fueron muy bien recibidos por los comensales.
La multitud ofreció ya de por sí calor, pero los grados aumentaron considerablemente cuando los más de 70.000 kilos de gigantescos troncos de encina comenzaron a arder. Nadie se lo quiso perder. Niños, jóvenes y mayores, familias enteras siendo fieles a la tradición, siempre con las nuevas tecnologías mandando y captando cada uno de los pasos dados en un encendido que volvió a iluminar la Plaza de la Villa de una manera espectacular y única. Ocurre en cada Candelaria, pero cada año es especial porque el fuego consigue embellecer aún más uno de los rincones más hermosos de la comarca de Los Pedroches. En torno a la gran candela siguió la música, el baile, la fiesta y la convivencia entre vecinos, familiares y amigos, porque la Candelaria también es eso, una festividad que se vive al amparo y cobijo de la amabilidad de un pueblo que se vuelca en una fiesta que es ya una seña de identidad. De fondo, como desde hace algunos años, la petición que la próxima hoguera se encienda bajo el título de fiesta declarada Bien de Interés Cultural.
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