No ha habido Madrugá, ni carreras de Judas, pero la sentencia ha sonado donde la vida florece estos días, en los balcones de numerosas calles de Pozoblanco que no han renunciado a ese particular momento de su Semana Santa. No se ha escuchado ninguna marcha de los Sayones, aunque sí han resonado; no hubo corazas de hojalata, pero en el corazón de muchos queda el Nazareno y sus encuentros en una mañana que marca el inicio de un Viernes Santo que más que nunca se vivió en soledad.
No ha habido comunión entre hermandades y cofradías en el Santo Entierro, no ha habido una nueva oportunidad de ver a las cuadrigas desde San Bartolomé hasta Santa Catalina. Ha sido una tarde para vivir los oficios a través de las posibilidades que brindan las redes sociales.
Y el Viernes Santo se cerrará sin Soledad, ahora justo ahora cuando es uno de los sentimientos que más impera. No habrá aglomeraciones a las puertas de San Sebastián, ni bajadas alternativas a la oficial. No ha habido necesidad de improvisar. Cientos de nazarenos y nazarenas mirarán sus hábitos y se identificaran con la acuarela que nos regala en Óscar Muñoz para este Viernes Santo.
En tiempos diferentes, hay que mirar de forma distinta y nosotros hoy miramos a este Viernes Santo a través de una imagen a la que le sobran las palabras.
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