Más de un mes de recorrido y de trabajo llevan acumulado aquellos centros que vieron cambiar su rutina de la noche al día por la crisis sanitaria del coronavirus. En nuestro recorrido por algunos de eso centros hoy nos detenemos en la Fundación Prode cuyo director general, Jesús García, nos relata los principales retos a los que han tenido que hacer frente tanto trabajadores como usuarios desde que la pandemia obligó a desarrollar medidas que van más allá de la dinámica de trabajo porque los cambios afectan a nivel organizativo y humano.
En este sentido, el director general de la Fundación apunta que “el coronavirus ha puesto a prueba nuestra capacidad para reaccionar rápido y con flexibilidad ante situaciones tan graves como esta crisis e igualmente ha venido a examinarnos sobre el compromiso de todos los profesionales con los valores de la Fundación”. Un compromiso que ha quedado de manifiesto ya que todos los trabajadores y trabajadoras se “están dejando la piel para que todo salga bien”, sin olvidar el sentimiento de incertidumbre “e incluso miedo” que han tenido que gestionar y que se han derivado de tener que afrontar una “experiencia desconocida y alarmante”. El establecimiento de protocolos y los equipos de protección fueron claves para mitigar esos sentimientos, así como “la coordinación de todas las actuaciones” y una relación “muy estrecha” con los profesionales del Área Sanitaria Norte que ha aportado “tranquilidad y seguridad a nuestros equipos”.
“Aunque al principio la situación pudiera parecer desbordante, estamos saliendo adelante con profesionalidad, rigor y entereza, y siempre aferrándonos al vínculo emocional que nos une a cada uno de nuestros residentes. Saber que estamos cumpliendo nuestra misión para que las personas con discapacidad intelectual y mayores estén protegidos, nos da toda la fuerza del mundo y mucha esperanza. Porque esa es nuestra razón de ser. Eso es lo que de verdad está siendo decisivo en estos momentos tan difíciles, el espíritu de la Fundación”, apunta García.
La información como herramienta
A pesar de esos protocolos y coordinación, variar la rutina de los usuarios no es algo sencillo por eso la información ha sido un punto fundamental. “Desde el primer momento se les ha explicado con claridad la situación, tanto a los residentes con discapacidad intelectual y personas mayores como a sus familiares. La primera reacción, lógicamente, fue pesimista y a algunos usuarios con discapacidad intelectual les ha constado un poquito más comprender la situación”, afirma Jesús García. Con todo, las explicaciones de manera pedagógica y el paso del tiempo han ido creando un poso para que todos se habitúen a la situación llegando a “normalizarla en la medida de lo posible, dentro de las circunstancias”.
Aquí aparece otro aspecto fundamental, que va más allá de protocolos y que se centra en la parte humana, intentando alejar o minimizar el sentimiento de soledad. “Les damos todo el cariño y el calor del mundo y hemos hecho mucho equipo con las familias, reforzando la comunicación”, apunta García. A pesar de ello, estamos ante un tema complejo de abordar y una situación que no es fácil de sobrellevar por eso el confinamiento también deja capítulos de ansiedad motivados por el hecho de no poder salir de las residencias y viviendas, a los que se unen los conflictos propios de la convivencia. Situaciones que también hay que atajar algo que se viene haciendo a través de talleres formativos, el mantenimiento de las rutinas y los horarios o actividades de entretenimiento enfocadas a las preferencias de los residentes.
Y es que en Fundación Prode también han tirado de ingenio para mitigar esas sensaciones negativas derivadas del confinamiento y estos días no han estado exentos, siempre cumpliendo las normas de distancia social, de las celebraciones, meriendas o aparcerías como sinónimo de continuidad de una normalidad que se espera recuperar. Del mismo modo, las actividades de ocio que se realizaban en ámbitos comunitarios se han sustituido por talleres de cocina, debates sobre películas que se expone, juegos populares, talleres deportivos o karaoke. “Se ha puesto en marcha «Red de Participación», la actividad en sí consiste en escribir cartas, cuentos o relatos acompañada de dibujos, fotos, intercambio de manualidades, en definitiva, lo que a ellos le apetezca compartir con el resto de compañeros. Esto va a permitir, en primer lugar, no perder el contacto entre ellos y en segundo lugar, compartir las vivencias, emociones y sentimientos vividos”, puntualiza García.
La dureza de esta crisis sanitaria también está dejando lecturas positivas para los responsables de Fundación Prode y que están en torno a las muestras de solidaridad de empresas, asociaciones y particulares, pero también en las propias reacciones de los usuarios. “Ha sorprendido la capacidad de adaptación de nuestros usuarios, excepto casos muy puntuales, ha habido una adaptación generalizada a la nueva situación”, destaca García que también resalta el incremento de los contactos de las personas con discapacidad intelectual con sus familiares y el fortalecimiento de los equipos de los diferentes centros.
Casos concretos
Sin duda, la Fundación Prode ha vivido sus momentos más duros en esta crisis en la residencia de mayores Ntra. Sra. de Gracia de Alcantarilla de Belalcázar donde la enfermedad ha provocado seis fallecimientos y más de una veintena de casos. Jesús García nos cuenta cómo el momento que se confirma el primer caso “es el peor de nuestros días de trabajo”. “Una de nuestras residentes tuvo que trasladarse al Hospital Comarcal por agravamiento de sus patologías previas, sin sospechar en ningún momento, ni el personal de la Residencia ni el médico que la atendió, que ese agravamiento pudiera estar relacionado con el coronavirus. Cual fue nuestra sorpresa que, a las pocas horas de ingresar en dicho Hospital, responsables del Área Norte Sanitaria, nos comunicaban que nuestra usuaria había dado positivo en la prueba de Covid-19. Sin duda, fue el peor de nuestros días de trabajo desde que todo esto comenzó”.
A partir de ahí, los protocolos se pusieron en marcha de manera inmediata con “el aislamiento preventivo de todas las personas que habían tenido contacto con la residente infectada, comenzando a partir de ese momento a realizarse paulatinamente, la PCR a todos los residentes y trabajadores”.
El futuro, lo aprendido y lo aplicable
Sin olvidar que la crisis no ha finalizado queda un resquicio para poder hablar de futuro, de lo aprendido en esta crisis y de las medidas tomadas durante la misma que podrían tener cabida u ofrecer nuevas formas de trabajo. En ese sentido, García indica que “en Fundación PRODE contábamos como elemento positivo con el hecho de que antes de la pandemia ya trabajábamos con herramientas tecnológicas que ahora son imprescindibles. Las reuniones presenciales y no presenciales se desarrollaban ya antes de todo esto con actas digitales, toma de acuerdos, asignación de tareas y fechas de ejecución digitales, así como aplicaciones para compartir información online y para poder mantener reuniones telemáticas, cuadros de mando online, etc. Esta crisis ha venido a demostrarnos que con las herramientas adecuadas y un buen sistema de gestión, es posible hacer teletrabajo durante muchos días seguidos incluso incrementando la productividad y la eficacia en los puestos que permiten esta manera de trabajar. Y eso redunda en la mejora de la calidad de vida y bienestar de las personas con discapacidad y mayores, que es lo que nos mantiene al pie del cañón y lo que da sentido a la Fundación. Esta crisis nos ha reiterado la importancia de trabajar con procesos ágiles, eficaces y flexibles. Si estas virtudes operativas son siempre claves para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y personas mayores, para responder a esta crisis son indispensables”.
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