Los libros son el alma mater de la cultura. Qué tristeza me produce, solamente en pensarlo, el cómputo de personas que no han leído nunca un libro. Más aún, porque mucho más de un tercio de los españoles no leen seguramente uno al cabo de año. Obviamente, nada tengo contra las personas en tales situaciones, pero mucho me hace pensar que existen errores de bulto en nuestro sistema formativo desde hace años (derivado, claro está, de otras deficiencias económicas, políticas…); sobre todo porque en nuestros tiempos, de marcada tecnologización y digitalización, cuando ya se da por defenestrada la cultura escrita (frente a la visual), haya miles de personas que estén dando un salto al vacío. Desgraciadamente no se ha comprendido por muchos, o no hemos sabido enseñar, la significación tan grande que tiene la lengua en nuestro desarrollo, la trascendental importancia que tuvo en el pensamiento y la sustantivación en los libros; amen de constituir un instrumento fundamental en el desarrollo técnico, artístico y científico de humanidad que ha llegado hasta nosotros a través de textos escritos.
Algunos autores nos han hecho ver, de forma admirable, cómo en muchas ocasiones la lectura de un simple libro (o muchos) ha cambiado de forma trascendental la vida de una persona. Tal es la dimensión que puede impulsar nuestro espíritu con la lectura de un libro. Fácilmente comprendemos que todos aprendemos conocimientos con los libros, que nos conmovemos con historias o que satisfacemos mil soluciones a problemas diversos; los niños ven impulsadas sus vidas y pensamientos, de forma muy importante, con los cuentos en los que comprenden las bases de nuestras organizaciones sociales, sistemas económicos y políticos; y lo más importante, los cimientos morales en los que se sustentan las acciones de nuestra sociedad (el bien, el mal…), para luego reproducir o criticar en forma diversa sus existencias; interiorizando graves lecciones de vida que hacen aflorar el potencial necesario para transformar el mundo. Resulta increíble el poder de la lectura.
En términos globales, en una secuencia histórica amplia, fácilmente podemos entender también que la humanidad ha descubierto, inventado y escrito libros para dimensionar todas nuestras potencialidades. Para cambiar el mundo. Existen cientos de libros centenarios, miles de bibliotecas y archivos históricos que nos permiten apreciar el significado que han jugado en nuestro desarrollo vario en el devenir del tiempo; entiéndase, también, el reverso de la perversidad y maledicencia que algunos textos han ocasionado. Muy pocas cosas de las más grandes de la humanidad se escapan al vínculo de la cultura libraría escrita; solo y prácticamente la Prehistoria carece de cimientos escriturados, por carecer del desarrollo técnico y capacidad mental de escritura. En el resto de la Historia son legión los libros escritos por la humanidad, sin que se puedan fácilmente reducir a unos pocos los mayores asideros culturales de las colectividades; no obstante, algunos constituyen de forma inequívoca los grandes pilares de nuestro edificio mental y cultural. En primerísimo orden del ranking se encuentran los grandes textos religiosos, que asientan los cimientos morales de las principales culturas de la tierra: entiéndase que la Biblia, en el orbe occidental cristiano, y el Corán en el musulmán, se han convertido en las mayores referencias seguidas por millones de personas. Igualmente ocurre con los textos filosóficos clásicos (Platón..), que sentencian los pilares de nuestro pensamiento, dejando una huella indeleble en el devenir de la humanidad.
El ámbito de la ciencia arranca desde bien temprano con ideas embrionarias desde la Antigüedad, aunque no alcanzan carta de naturaleza (propiamente científica) hasta la Modernidad, con el empleo de nuevos métodos y estudios contundentes para sentenciar verdades: como los Principios matemáticos de filosofía natural (Isaac Newton (1687); El Origen de las especies de Darwin, que pone los cimientos del estudio de la evolución humana, etc. En paridad de notoriedad cabría hablar de referencias librarías económicas, que representan hitos en la Historia, renovando los principios económicos (Adam Smith, La riqueza de las naciones, 1.776), y asentando las bases del Liberalismo económico (división del trabajo, no intervención estatal, libertar comercial, competencia…); dando paso no solamente a una nueva visión económica del mundo, sino a los siguientes contrapuntos ideológicos que constituyen las bases económicas y políticas de los ss. XIX y XX (Manifiesto comunista de Marx, 1.848…). Igualmente ocurre con los tratados políticos, que desde la Antigüedad han sido santo y seña de las formas de gobernanza, fructificando hitos desde la Edad Media (Carta Magna de Juan sin Tierra) a la Modernidad (El sentido común, de T. Paine…), consagrándose los textos con la publicación de los Derechos del hombre (1.791) con letras de bronce inamovibles.
Hoy día se publican miles de libros en distinto formato (papel, on line…) y nuestras bibliotecas disponen de un acopio maravilloso que ponen en nuestras manos. Resulta completamente insultante, en nuestras coordenadas históricas, que no seamos capaces de aprovechar este maravilloso legado. Los libros son y fueron siempre el sustento básico, e instrumento fundamental, de las producciones humanas más brillantes.
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