No me gusta dos mil veinte y lo escribo en letra para que se entere; pero no me gusta su letra. Ni su melodía ni su voz tampoco. No lo quiero ni quiero que se vaya sin que sepa que lo odio. No me atrevo a decir que aunque en mi casa todo esté bien todo está bien; porque todo está mal: todo roto. Todos rotos.

No pienso que hemos salido salido mejores. No. No lo somos. Ni tú ni yo. Ni la vecina ni el frutero. No sabría cómo cerrarlo ni siquiera lo entiendo. De hecho no quiero entenderlo. No es necesario. Tampoco quiero entender qué ha pasado: casi duele o duele del todo; pero tampoco quiero que me duela. No es eso y es difícil a la vez.

El dos mil veinte ha sido el final de todo: un epílogo del comienzo. Un final en toda regla que no quiere terminar: es casi un prólogo que se escribe al final. No quiero que te agobies ni que tengas pesar: ese que no te llega por la noche sino cuando te levantas. No te equivoques. Y sobre todo no sufras; sobre todo en la pérdida y sobre todo si has perdido tú. No lo veas así.

Lo que no te quiero decir es que este año haya sido una catástrofe: que lo ha sido; sino que no es lo peor que nos puede pasar: no te olvides que puede ir a peor. Pero lo más importante que no te quiero decir – y no te equivoques – es que rendirse sea una opción: llegaremos. Y lo haremos aunque estemos en casa; y aunque estemos en casa en Navidad, y en Reyes, y aunque nos llegue el Viernes Santo o el Verano. Llegaremos. Y llegará.

No. Nadie. Nada. Nunca. Esto decía el maestro Machado que era lo más horroroso del mundo; sobre todo el nadie: la personificación de la nada. Pero no. No quiero que te rindas ni que te creas tampoco que 2021 será la solución. No te veo dejándote caer ni dejando caer a los tuyos. Ni siquiera a quienes no son los tuyos; porque esto no es un guerra, mal que digan; porque lo que está claro es que no es una pelea entre nosotros: nosotros los hermanos y hermanas. No lo es .

No te voy a pedir – no se me ocurre – que no pienses en los que ya no están. Sin embargo, sí que te pido que no los olvides cuando todo vaya bien dentro de cinco o diez años y que recuerdes porque se han ido y sobre todo que recuerdes donde no pudiste ir con ellos este dos mil veinte. No.

No dejes este 2021 de ir a ver más a tus padres y a darle un beso, de los bonitos, en la frente, a tu abuela, y a tu hermano, y a tu tía; y no dejes de quedar con tus amigos. Que no se te quede en el tintero ir a comprar a la tienda de tu pueblo o de tu barrio. No te olvides. Y no te olvides de dos mil veinte y de saber que si te portas no volverá. Por eso y por todos: no te rindas. No.