Luisa Revaliente Barbero es una de esas mujeres en las que mirarse en el Día Internacional de la Mujer porque a lo largo de su carrera profesional ha tirado de la valentía que atesora para entrar en un mundo reservado durante mucho tiempo tan solo a hombres. Policía Local en Pozoblanco desde 2006, esta hinojoseña desafió a esas normas no escritas y absurdas que muchas mujeres vienen destruyendo a base de esfuerzo, tenacidad y tesón. Le llamó el mundo de las Fuerzas Armadas y supo que quería forma parte de ese engranaje, a pesar de tener muy claro que la presencia de la mujer no era, ni es, algo extendido. Lo hizo, además, en un entorno rural, donde la presencia de la mujer en este sector es testimonial. Queda camino por recorrer, pero su experiencia ayuda a dar un paso hacia la ansiada igualdad.

Pregunta: ¿Qué te llevó a ser Policía Local?

Respuesta: Desde pequeña me había llamado la atención el tema de las Fuerzas Armadas, elegí la Policía Local por cercanía, por no tener que irme a un lugar más alejado de mi familia. Además, aunque sea un instituto armado es de naturaleza civil. Fue una cosa innata, desde que era joven me llamaba la atención. De hecho, mi primer impulso fue ingresar en las fuerzas armadas, pero por circunstancias familiares no pude. Empecé a trabajar joven, a estudiar a la vez, y cuando fui más adulta me lo pensé, empecé a estudiar, me presenté y aprobé.

P: ¿Qué te dijeron en tu entorno, tu familia, tus amigos?

R: Lo veían un poco raro, una locura. Poco a poco lo fueron aceptado, principalmente cuando vieron que empecé a estudiar, que dedicaba el día entero a estudiar. Ahí lo fueron normalizando.

P: Sabías que entrabas en un mundo de hombres, ¿cómo se lleva eso?

R: Bueno, hay de todo. Todavía no está muy normalizado, aunque cada vez hay más mujeres, pero cuando yo entré en Pozoblanco no era nada habitual. Soy la primera mujer policía de la comarca de Los Pedroches y de la zona. Al principio la gente me miraba como un bicho raro, iba por la calle Mayor haciendo las prácticas y la gente salía de las tiendas para mirarme, no se creían que era una mujer. Era afrontar una situación rara, pero luego se ha ido asentando.

P: Y esas situaciones, ¿cómo se llevan? ¿Molestan?

R: Molestan al principio, hasta que coges seguridad en el trabajo. Al principio te genera incertidumbre, inseguridad porque vas a una actuación y te sientes muy observada, con el trascurso del tiempo se le da normalidad a todo.

P: ¿Te echó para atrás en algún momento el hecho de que fueras a formar parte de un mundo digamos de hombres?

R: Bueno, nunca he sido una cobarde, al revés, he sido muy valiente por eso quizás ni me lo llegué a plantear. Cuando estás dentro es cuando ves los problemas que te puede ocasionar, problemas que se han ido solventado poco a poco. Donde veíamos que era todo un problema, pues se ha ido solventando y con el paso del tiempo la situación se normaliza.

P: ¿Tienes que ponerte en muchas ocasiones una coraza, sacar más carácter del que te gustaría? Y si es así, ¿luego sufres eso de, vaya borde?

R: (Risas). Por supuesto, tengo mucho carácter, eso es verdad. Pero en una simple reyerta o pelea en la que intervienes y hay varios hombres, tienes que imponerte más que un hombre, otra vez, por el mero hecho de ser una mujer. Y claro que luego viene la coletilla de qué borde, si, si, es una situación muy real.

P: Han pasado ya unos cuantos años desde que comenzaste tu carrera laboral como policía, imagino que la situación en cuanto a la presencia de la mujer ha variado, aunque haya camino por recorrer.

R: Sigo siendo la única mujer, ahora en la Guardia Civil ha entrado otra chica. Es cierto que en las ciudades hay muchas mujeres, aquí cuesta más, aunque cada vez dan el salto más mujeres. Pero claro que queda un camino muy amplio por recorrer. En Pozoblanco, por ejemplo, hay una plantilla grande y solo estoy yo.

 

Luisa nos atiende en uno de esos días de trabajo que pueden discurrir de “mil formas diferentes” lo que provoca que unos días “llegues a casa muy feliz y otras veces más frustrada”. Defiende su labor y la de sus compañeros que es mucho más que la de regular el tráfico o poner multas. “Cada día es diferente, te puedo decir que me he saltado a un balcón y he sacado a un niño que se había quedado encerrado, igual tienes que interceder en una pelea, ir a un incendio y sacar a una persona mayor en brazos, ayudar a cualquier persona, he vivido mil cosas diferentes”, relata.

P: ¿Es satisfactorio? 

R: Para mí mucho y eso que a veces es muy duro porque se dan muchas circunstancias. Es duro también trabajar en días festivos, en noches, a veces se hace duro porque todo el mundo está en casa, mi familia, mis hijos, tienes que venirte a trabajar una nochebuena, un día de reyes, pero al fin y al cabo lo llevo bien. Me siento realizada como mujer trabajadora y como profesional, muchas veces de cara a la ciudadanía te frustras un poco porque no se llega a entender realmente tu profesión, como tú la vives o cómo debes hacer tu trabajo, pero he aprendido a valorar lo bueno.

P: Decías que te siente realizada como mujer trabajadora, un papel que las mujeres tenemos que seguir reivindicando, mucho más si se introduce la conciliación familiar donde la ausencia femenina parece que pesa más. ¿Eso te produce una sensación de rabia?

R: Tan cierto como que es así la realidad y claro que da rabia, coraje. La mentalidad sigue ese camino, que sí, que es cierto que se ha avanzado, pero que sigue siendo así. Si un hombre tiene una valla, nosotros tenemos diez en nuestro camino por el mero hecho de ser mujer. La mentalidad general es esa, tanto de hombres como de mujeres. Respecto a las ausencias es totalmente cierto, pero es que incluso tu misma te sientes culpable por no estar como madre, pero tenemos que ver que es nuestro futuro, que no te puedes sentir mal por trabajar, es lo que he elegido, la profesión por la que he optado.

P: En ese trabajo que describías antes también hay jornadas donde te encuentras con mujeres víctimas de violencia de género.

R: El Ayuntamiento de Pozoblanco firmó un protocolo de colaboración entre las Fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y Policía Local para la protección de las víctimas de violencia doméstica y de género. A partir de esta fecha, se realiza un control y seguimiento de las medidas judiciales según el nivel de riesgo que cada víctima tenga, además de velar por la seguridad de dichas víctimas. Es decir, nosotros hacemos valoraciones cada cierto tiempo y visitamos a las víctimas o las llamamos por teléfono o incluso si quieren venir aquí pueden hacerlo, se les hace una entrevista y se les hace un seguimiento, después de poner la correspondiente denuncia. Se trata de saber cómo están, si han sufrido algún altercado, se les hace una valoración constante. Son momentos muy duros, en estos casos y cuando hay niños de por medio, la verdad es que lo paso muy mal.

P: Supongo que encontrarse a una mujer al otro lado es algo que les tranquiliza en esos momentos.

R: Sí, así es. Les tranquiliza muchísimo, creo que hasta incluso he llegado a ser amiga de alguna de ellas. Al principio te ven como una persona de las fuerzas y cuerpos de seguridad, están reticentes, pero después se van tranquilizando. Con todas tengo muy buena relación y, es más, algunas de ellas si tienen algún problema cuando ya no tienen orden de protección me llaman y me preguntan. Tengo muy buena relación y lo agradezco.

P: Aquí entra el componente humano del profesional.

R: Es algo primordial porque es una situación extremadamente delicada y ayuda el ver a una persona cercana. No dejas de sentir empatía por una mujer que lo está pasando mal y ese factor humano, por supuesto, que es importantísimo.

 

Todas estas cosas y muchas otras, Luisa Revaliente se las transmite a estudiantes cuando su presencia se solicita en algunos centros educativos precisamente para visualizar el papel de la mujer en sectores donde su presencia todavía puede sorprender. Es una forma de animar a las nuevas generaciones y educarles en una máxima, la igualdad es el camino para vivir, el único.