Proclamo al verano. Siempre llego pronto a todo. Hoy también. Esto de llegar pronto a todo no es regalado y tiene consecuencias. Normalmente negativas. Es como cuando se corta la mayonesa. Pero a veces, sólo a veces, sale bien. Ya sé que queda una semana; pero es que este año no me puedo resistir. Es el único trago frío de una cerveza que se tiene que calentar; pero qué rico, joder.
Hace más de veinte años convencí a mi primo Jose Ignacio de que en verano daba todo igual. Te puedes ir a una piscina a las 1 de mañana sabiendo que trabajas a las 7 sin problema alguno. Es verano, coño. En verano se cumple con todo y con todos. Es un actitud. No hablo de las vacaciones que son un aburrimiento y una tortura. Sabes lo que digo, ese martes en la terraza de tus amigos.
El verano es no tener plan ante la tarde calurosa y saber aburrirse. Es la plaza vacía. Que te quiten tu banco y caminar al próximo. Es el orgullo de ser de pueblo. No hay más. Es mi Santiago quitándose las zapatillas diciendo: “párate, ¿dónde vas?” En febrero. El pelo mojado de Irene. La sonrisa de Julio Alberto cualquier día del año. Las niñas de Miguel y Mamen. California.
Llevo escribiendo esto 10 años. Y cada vez peor: hoy me atrevo. Verano. Y sólo lo he entendio después del verano pasado. Estuve 90 días buscándolo y no lo encontré. Pero este año sí. Sí, y antes de tiempo. Tú también lo hueles. Y no me importa que te vayas. Me sobra con verte el corte del moreno en el escote. La delicia. Eso útimo y los gintonic con los hielos derretidos a media tarde y sin ganas, es lo mejor. Y la calor.
Cualquier noche de verano sentado al fresco es el final, bueno; mejor dicho: es un final. La conversación que interesa siempre se tiene cuando recojes la silla y la vecina se da vuelta justo antes de entrar en su casa. El amante torpe. Cristina siempre se rie de mí porque soy un paleto. Me gusta serlo porque así no me entero de nada y soy feliz. Es envidia. No impostar y ser fiel a ti misma o a ti mismo es la Verdad: que no te lo cuenten. No todo está en Instagram.
En verano los peródicos son más livianos. Todo se lee distinto. Hay noticias que sudan y otras, sin interés, que en invierno serían una bomba: no sabemos la suerte que tenemos. Muerte al otoño. La feria hay que vivirla y contarla como a cada uno le va. Eso sí es una cereteza: hasta luego Mari Carmen.
Lo peor del verano, de hecho no es lo peor, sino lo único malo es que se acaba. Roba ese beso. Y, hay un instante al final o casi al final , pero no al final, en el que sabes que se acaba. Ese momento, es un momento de verdad, como pocos. Y como todas las verdades te inunda de tristeza. No lo esperes. Vívelo. Quiérete. Quiere a los tuyos, a tus hijos, a tus amigos y a tu familia, no te dejes a tu madre atrás. Y sí, este va a ser nuestro verano. Bendito verano.
No hay comentarios