El sábado 19 de junio quedará guardado en la memoria colectiva del pueblo de Villaralto como uno de esos días de reconciliación, reparación y justicia. Con la música de un violín de fondo y en el cementerio de la localidad, se descubrió un monolito en homenaje a los que murieron por la democracia y la libertad. Un proyecto que nace bajo el amparo de la delegación de Memoria Histórica de la Diputación de Córdoba cuyo responsable, Ramón Hernández, destacó que es el primer monolito de los que se instalarán en diferentes municipios de la provincia. Un homenaje que «permitirá que quienes lucharon por la libertad y la democracia estén siempre presentes», según apuntó el alcalde de la localidad, Ángel Moreno.
«El pueblo de Villaralto en memoria y reconocimiento a los que murieron defendiendo la libertad y la democracia. 1936-1975. Villaralto no os olvida«. Esa es la inscripción que puede leerse en el monolito que quedará para siempre en el cementerio de la localidad. Pero la jornada de recuerdo tuvo su extensión y se trasladó hasta la calle Francisco Fernández. Allí, ese ejercicio de reconciliación, reparación y justicia prosiguió con la colocación de la piedra de la memoria, ‘Stolpersteine’, en honor a Miguel Orellana Madueño, uno de los ciudadanos de Los Pedroches que fue asesinado en el campo de concentración de Mauthausen.
El violín siguió sonando mientras se escuchaba la historia, rescatada por la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine de Córdoba, del hijo de José Orellana y Julia Madueño, un joven villaraltero que «tras combatir el golpe de Estado de 1936 pasó la frontera de Francia para ser recluido en uno de los campos de internamiento de aquel país. Miguel Orellana combatió contra los alemanes en el Departamento de Vosgos y la zona de Belfort hasta que fue detenido y llevado al campo de prisioneros en el frente, Frontstalag 140 de Belfort y de allí al campo de prisioneros de guerra, Stalag XI-B Fallingbostel (Baja Sajonia, Alemania), donde le dieron la matrícula 86930.
El 25 de enero de 1941 parte en un convoy junto a otros 1.471 republicanos hacia el campo de concentración de Mauthasen. 1.079 morirían, entre ellos Miguel Orellana Madueño. Durante dos días, en unas condiciones deplorables, viajó hasta llegar a Mauthasen donde fue rapado, despojado de todas sus pertenencia, desinfectado y enviado a las duchas. La deshumanización terminó entregándole un traje rayado y un número de prisionero, el 6078. Nueve meses después, fue trasladado a Gusen, el subcampo de Mauthausen conocido como El Matadero y en el que perecieron la mayoría de los españoles. Probablemente estaría herido, débil o, simplemente, tuvo mala suerte para ser trasladado a ese subcampo de exterminio por el trabajo, donde le asignaron la matrícula 13996.
Logró aguantar hasta el mes de diciembre. Ese otoño-invierno de 1941 fue el más letal para la deportación española. El clima fue terrible y duro, con temperaturas de menos 25 a menos 29 grados, había hambre y un trabajo durísimo en la cantera de Gusen. El joven Miguel murió, fue asesinado, el 25 de diciembre de 1941, a las 9:30, aunque no sabemos el motivo oficial que consignaron los médicos de las SS. Probablemente, problemas de corazón, como eufemísticamente, dieron por muertos ese invierno a miles de prisioneros. Y hoy, casi 80 años después, vuelve a su pueblo, Villaralto. Vuelve a su casa y cuenta con sus familiares para darle la bienvenida y con el pueblo de Villaralto para rendirle homenaje y para, aunque tarde, darle las gracias por perseverar, hasta la muerte, en la lucha por la democracia y la libertad».
Uno de los momentos más emotivos de la mañana tuvo lugar cuando uno de los sobrinos de Miguel Orellana Madueño tomó la palabra para indicar que «estamos hoy aquí para reconocer el lugar que en corresponde en nuestra historia democrática a nuestro tío Miguel, asesinado en un campo de concentración nazi, para rescatarle de un olvido que estaba durando demasiado. Para que su recuerdo nos sirva de memoria vigilante contra toda forma de totalitarismo e intolerancia, para que su resistencia, su sufrimiento y su compromiso con las libertadas y los valores democráticos de progreso y justicia social pervivan en la memoria de nuestro país. Para que su muerte no haya sido en vano y sea un ejemplo para seguir construyendo una sociedad más democrática, más libre, más plural y más justa y se aleje de la desigualdad, intolerancia y barbarie de ideologías deshumanizadoras e intolerantes. Gracias tío Miguel, tu pueblo no te olvida».
Y así, Villaralto colocó su primera piedra de la memoria, que se suma a las ya puestas en Belalcázar y a las que se colocarán en Torrecampo y Fuente La Lancha. Un lugar de tránsito por la memoria colectiva y que todo el mundo podrá reconocer por la inscripción que acompaña a esa piedra de la memoria y en la que puede leerse «In Memoriam. En el número 5 de esta calle nació Miguel Orellana Madueño 29/9/1913. Lugar donde hay colocado un ‘Stolpersteine’ conmemorativo en memoria y recuerdo suyo. Luchó defendiendo la democracia y la libertad en la Guerra Civil Española y en la Segunda Guerra Mundial. el día 25 de diciembre de 1941, con 28 años, fue asesinado en el campo de concentración de Mauthausen (Austria). Tu pueblo no te olvida».
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