Es la desesperanza. Hablar en Catalán. Vivir pensando que el Euskera te maltrata. El buen acento andaluz. Pasionaria. Belacázar y La Campana en Sevilla. Lola Flores. España es llevarte bien con tu ex porque si te llevas mal no puedes pagar la factura. Y las rubias siempre llevan razón. Es como cuando cierran los bares demasiado temprano: te falta algo en la boca y te muerdes el labio en la cama. Todo queda en un deseo imperdonable. Un beso en el cuello y luego nada: follar de lejos. La mala baba: Caín. Eso es España, un pasodoble trapero. Y aviso, no confundo las mayúsculas.
C .Tangana y Ana Iris hablan de España. De hecho son los únicos que lo hacen, y no es nostalgia es certeza. Y no es por antiguo es por ser normal, si es que eso puede ser. Son la calma en la tormenta del coño. El café del lunes a las 6 de la mañana. El tacógrafo. Mi padre toda su vida. Mi madre queriédome. Magdalena escuchando Minas de sal de Siloé. Cien razones más.
Tengo dos perros y el otro día se me escapó uno. Después de toda la tarde buscándolo un gitano me dijo que lo había visto. Era mentira. España, al fin. Apareció en una casa que tenía la puerta de la cochera abierta y allí paró a dormir esa noche. España otra vez. Después de saltar una alambrada se rajó el pecho: un dedo le cabía. Lo cosió Manuel. Cuando Pedro me llamó y me dijo que estaba bien casi me muero, no por perderlo, por encontrarlo. España es que te falte el aire cuando todo está solucionado. Es decir, España es inevitablemente dolor y bendición a la vez.
No hay pueblo en España que no se castigue – no hay España sin castigo, buscando el perdón – . No hay pueblo que no diga que lo pasa aquí no pasa en ningún sitio. Es falso, pasa en todos lados. Todos los pueblos son el mismo pueblo: de Huercal a Pozoblanco; de Mondoñedo a Ronda. Las mujeres mandan: Castilla, Cataluña, Extremadura y Andalucía son un matriarcado. Canal Sur y Juan y Medio. Ramón García en las campanadas. A veces, también, la caspa. Tiene que ser así. No es malo: es necesario. Me refierio a combatirlo, Felipe. España es la lucha constante: un fin de semana que empieza el martes. Sabes de lo que hablo. Los periódicos. La cerveza del viernes antes de ir a casa justo después de terminar. Tú, ajustando la vida. Tú, fumando.
España tiene una cosa que no tienen muchos países: el subjuntivo. Y en el subjuntivo siempre cabe un ojalá, es decir, el deseo. Y así vivimos: deseando ser; y es maravilloso, no me cambio por un inglés. Y es que es verdad: España es llamar a un teléfono fijo y preguntar si está. Y lo antiguo no es rancio mal que digan los modernos – los posmodernos, Santi – . Somos un magnífico puchero un día después. El poso. Como los amores de verano: un nacionalismo periférico. Perder. Bajar a segunda e inmediatamente mirar arriba.
A veces cuando voy conduciendo por la carretera y paro a echar gasoil y tomo café lo veo todo, lo entiendo todo. Las veo. Los veo y los oigo. Pongo especial atención y escucho el ser y el alma de España como decía Machado. España es un bar de menú los lunes en cualquier autovía. A veces creo que todo ocurre ahí. No somos Francia; pero es ahí donde se fraguan los fracasos políticos, donde se encumbrán los líderes, Yolanda. Entre pinchos de tortilla de patatas y vino. Donde lo mejor somos nosotros: nosotros el pueblo. Católicos y ateos sin estridencias: venir a pelarse. Una boda civil.
Los matrimonios mal avenidos aguantan. A veces no, pero ese querer resistir es lo que hace ser España; que aunque los vecinos hablen de más vas de frente. Que aunque todo se vaya al carajo, resistimos. Que aunque nos adoctrinen maldecimos. Que aunque algunos se quieran apoderar del subjuntivo, somos mejores. Que aunque nos equivocamos en Nochebuena, cenamos. Y somos más. Y esto no es nostalgia ni nacionalismo: es Verdad. Con mayúscula.
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