Por Juan Andrés Molinero Merchán

 

La literatura española tiene, para nuestro orgullo y satisfacción, voces universales. Emilia Pardo Bazán es una de las autoras de renombre internacional que alcanza desde el s. XIX relevancia indiscutible (traducida rápidamente al francés, inglés, italiano, griego, ruso, danés…, Japón), con interpretaciones varias en su tráfago histórico (utilización en la dictadura, etc.). En el año que concluye se han celebrado actos innumerables (conferencias, exposiciones, estudios, documentales…) para ensalzar una figura relevante desde la perspectiva personal, literaria e histórica. No es para menos, toda vez que hablamos de una autora avezada en el ejercicio literario de cuentos y novelas, crítica periodística, traductora, comentarista y autora de teatro. La perspectiva personal resulta completamente interesante, aristada, compleja y contradictoria. Es hija de un aristócrata liberal, católica, militante del Carlismo, gallega y cosmopolita, tradicional y subversiva. La realidad biográfica y su obra literaria se confunden en un enramado de verdades y contradicciones que nos sorprenden, pues es coherente e incoherente, amante del orden y excéntrica, conservadora y subversiva, reaccionaria y progresista (burguesa); iconoclasta e icono de una época.  La autora posee una vida intensa en España y Europa, muy próxima con grandes próceres de la vida literaria y política del momento (Galdós, Clarín, Pereda, Menéndez Pelayo, Giner de los Ríos, José Yxart…). Por su fuerza incontenida, pudiera parecer una personalidad de una pieza, pero también es volátil, está llena de contradicciones en los parámetros personales, literarios e históricos. En todo caso, constituye un perfil biográfico muy difícil de encajar en tipologías al uso, pues se mueve como pez en el agua entre lo viejo y lo nuevo. Transita en un contexto histórico muy definido de finales del s. XIX, que también es gozne del siglo venidero en el que afloran nuevos valores existenciales. En la perspectiva de género es completamente innovadora, pues ella misma se tilda de feminista en un contexto decimonónico, completamente inusual, que apenas si encuentra parangón entre las escritoras españolas y europeas. Pardo Bazán pondera su condición de mujer evitando que se le vea solo como mujer; entiende como primordial para las mujeres la capacidad de ser diferentes, luchando por el individualismo y diferentismo. Confiere al feminismo el objeto de discusión respetable, como ejercicio de razón crítica y exigencia moral del libre albedrío, como un factor de incorporación a la ciudadanía. En su enramada vital se enzarzan valores ilustrados, antiilustrados, católicos y liberales.

El ámbito literario resulta excelso en doña Emilia. Es una autora de amplio espectro, inteligencia y cultura. Bien reconocido está su protagonismo en la renovación del naturalismo español y en la discusión sobre las aportaciones del realismo francés, la novela rusa o la estética modernista. Desde 1.880 escribe con fruición hasta las primeras décadas del s. XX en posiciones claves (junto a Galdós y  Clarín) en un momento en que el Realismo constituye lo nuevo y moderno, a la vanguardia de renovación en los debates y polémicas sobre el naturalismo de los ochenta y el particular encaje en el modernismo finisecular. Resulta sobrecogedora su personalidad literaria, su creatividad y magisterio con un lenguajeenvidiable, que satisface con sus palabras, siempre precisas y atinadas, tan cuidadas y ajustadas a lo que quieren decir; esas frases tan bien conformadas en lenguaje propio, sembrado de precisión: porque doña Emilia es muy suya en el decir, está siempre detrás de su palabra, con su fuerza, carácter y esa impronta imperativa que dice la verdad a la cara.

En el espectro histórico Pardo Bazán es también un manantial en brechas diferentes. Especial relevancia observamos en la cuestión nacional, en cuya obra se abren líneas históricas de discusión sobre la identidad, que son esencialmente europeas y modernas. La autora es española, pero tiene una perspectiva europea amplia, con intereses políticos mayores de lo que a menudo se piensa: porque su obra y personalidad trasmiten un fuerte interés por lo público, cuya acción directa queda limitada en ella por cuestión de género. La polifacética autora identifica, con óptica clara, las exigencias del nacionalismo moderno y  la importancia de la ficción y crítica literaria en la construcción de identidades nacionales para la creación de una cultura pública inclusiva e interclasista. La nación es la respuesta al conflicto generado por los problemas socioeconómicos y el afloramiento de las masas sociales a la política. Bazán abraza con exaltación nacional, pero su pensamiento nacionalista es complejo y plantea como su generación los problemas de identidades nacionales de clase y género. La obra de Pardo Bazán es y seguirá siendo, en definitiva, una referencia literaria e histórica indiscutible de nuestra cultura. La conmemoración del centenario, ya finalizada, nos advierte de nuevo de esa magnífica panorámica que nos ofrece una mujer singular y de gran altura cultura que debemos mantener siempre en nuestra retina para comprendernos mejor. También para disfrutar.