Volver a vivir como si fuera la primera vez, tener esas sensaciones que se experimentan cuando nada se conoce, cuando uno tiene el gusanillo de lo desconocido, las ganas de saber y conocer. A eso invitó el Coro Romero Voces de la Sierra en su pregón, a vivir la Feria de Pozoblanco como si fuera la primera vez a través de los reencuentros que tendrán lugar estos días. Y de su pregón se desprendió algo de esas primeras veces. Ante un Teatro ‘El Silo’ lleno, con un público entregado, los acordes de la Banda de Música fueron recibidos con deseo, así como cada una de las interpretaciones musicales -sevillanas, rumbas o acordes de jotas- que realizaron los pregoneros. Fue un pregón con miras al pasado, pero sin nostalgia, pero con mucho de presente y de futuro; fue un pregón coral, muy coral, no solo por el propio Coro, sino porque en él participó un cuerpo de baile formado por niños, jóvenes y personas mayores. Y es que el Coro llevó a su pregón su propia idiosincrasia, pero también dio espacio a las diferentes ferias que se viven en una sola.
Esa mirada al pasado se hizo a través de la historia del propio Coro, a través de la feria de 1995 cuando en el Paseo de Los Llanos el Coro Romero entonó sevillanas para empezar a dar luz a unas fechas únicas para los pozoalbenses. Los recuerdos discurrieron por aquellas ferias «de vestidos llenos de polvo y barro», de esas ferias «diferentes, ni mejores ni peores», pero que empezaron a ser un punto de encuentro para un Coro que conforme fue evolucionando fue creciendo. En esos recuerdos a esa historia propia hubo espacio para Emilio Fernández, compositor de la música y letra de las canciones que el Coro tiene como propias. Años que se tradujeron en los tres discos que atesora el Coro, años en los que se cimentó lo que hoy sigue siendo una realidad, la familia creada. La mirada al pasado también fue la más inmediato, al que ni siquiera puede llamarse como tal, a una pandemia que «dejó a pozoalbenses en el camino» y a quienes se tuvo presentes.
Se reivindicó durante el pregón la fuerza de la música, en su capacidad de estimulación, en sus beneficios, pero también se reivindicaron los besos, la figura de los abuelos, esas personas que «deberían ser eternos», y hubo espacio para mirar a los colectivos pozoalbenses a la cara, a su trabajo y reconocer el legado, incluido el del Coro, que van dejando a través del trabajo y el esfuerzo. También para algún tirón de orejas por las «piedras en el camino» que tienen que sortear esos colectivos para seguir en su lucha diaria y ahí se reivindicó la unidad. Y entre todas esas menciones también se puso en valor el papel de la mujer en la sociedad. El Coro, como avisó, cantó pero también habló
El fin de fiesta fue para el Bamboleo y en esos momentos ya poca gente quedó sentada en un teatro entregado y que fue parte del éxito de un pregón que tuvo la clave en su sencillez y en la identificación de quienes lo presenciaron porque a Pozoblanco se le habló de algo tan suyo como su feria. De esa feria que engloba muchas, que sigue marcando cada septiembre y a la que el Coro Romero Voces de la Sierra anunció, básicamente, con alegría.
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