Por Cristina García y Manuel Sánchez (Asociación Triángulo Azul Stolpersteine de Córdoba)
Hombres y mujeres de Torrecampo, Belalcázar, Villaralto, Villanueva de Córdoba, Belmez, Peñarroya-Pueblonuevo, Fuente Obejuna, La Granjuela, Posadas y Almodóvar del Río son los protagonistas de una serie de carteles que el Memorial del campo de concentración nazi de Mauthausen ha colocado en el Centro de Visitantes gracias a las gestiones realizadas por la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine de Córdoba.
Hombres y mujeres a los que les robaron un padre, un hermano, un hijo, un abuelo, la memoria de un bisabuelo y que 80 años después, que se dice pronto, pero se vive lentamente y con una enorme ausencia, han podido recuperar la memoria de su familiar.
Familias de todos los rincones de Córdoba, pero también de otras provincias andaluzas como Málaga, Jaén o Almería y de otros rincones de nuestra geografía, como Madrid o Barcelona; y familias que viven lejos, en Francia, Bélgica, Austria o Estados Unidos, pero que nunca han olvidado de donde provienen.
Todas han querido hablar. Jóvenes y mayores, hombres y mujeres que han querido alzar su voz y hablar de algo cotidiano, como es el amor a la familia, la importancia de conocer su pasado, la relevancia de la Memoria en sus vidas y, sobre todo, cada palabra de estos testimonios destila coherencia, gratitud a su familiar, orgullo y alivio por llenar un espacio que estaba tachado, que era desconocido o que se había llenado con miedo.
Demasiado silencio impuesto, demasiado aguante ante palabras vacías de concordia ficticia, porque ¿qué mal hace una persona hablando de su padre, hermano, tío o abuelo? ¿qué daño infringe a los demás querer llevar unas flores a una tumba y no a una cuneta? ¿qué mal diabólico comete alguien que quiere recordar a su familiar con una pequeña placa en el suelo, porque las cenizas de su ser querido se las llevó el viento en Mauthausen, Dachau o Buchenwald? ¿en base a que razón tiene uno que olvidar a su familiar? ¿para tranquilizar la conciencia de aquellos que son herederos de la ideología del franquismo y el nazismo o la de aquellos que creen que la paz se consigue a base de un silencio impuesto y un olvido a la fuerza, o bien de aquellos «hombres y mujeres tranquilos» que prefieren no saber y consienten con su silencio la anulación de derechos de las personas e incluso de pueblos enteros?
Las respuestas se encuentran en estos carteles, testimonios-joya que devuelven la fe en una humanidad más demócrata, conocedora de su pasado, orgullosa de sus raíces porque saben que gracias a ellos tenemos hoy en día una sociedad democrática basada en derechos humanos, y sabedores de la importancia de conservar y mimar esa libertad y derechos adquiridos para que las ideologías extremistas no vuelvan a entrar en nuestras vidas.
A partir de ahora, Córdoba y la Memoria de su deportación quedará impresa en la retina de los visitantes que pasen por Mauthausen. Un honor para las familias y una alegría para todos los demócratas españoles, conscientes de que nuestro futuro pasa por recuperar la dignidad y conocer nuestra Historia para sensibilizar de manera preventiva frente a la Intolerancia, el odio y la violencia.
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