“Espiel nació del vientre de la tierra, en vetas de carbón, boliche y greda…”, es uno de los versos de la poesía de Antonio Jiménez Azcona, Cronista Oficial de esa localidad del Guadiato, que quien visita Espiel puede leer en pleno paseo de la localidad. “Energía que en su interior se encierra y fluye a la luz se queda”, en clara alusión a la influencia de la minería en el desarrollo de un municipio que ha querido “saldar la deuda pendiente” con su pasado y con su presente, pero también con todas las personas que se dedicaron a la extracción del carbón, con todos los mineros. Desde hace unas semanas, Espiel brinda a su gente y a cualquier visitante la opción de conocer su historia a través de cinco escenas que hacen referencia a la extracción del carbón, a su pasado como cuenca minera y a una memoria colectiva que había que recuperar “por la importancia en su desarrollo, pero también por lo que los Fondos Miner han supuesto para nuestro municipio”, en palabras del alcalde, José Antonio Fernández.
Cinco esculturas distribuidas por una ruta que permite, además, adentrarse en algunos de los rincones más significativos de la localidad, todo ello entremezclado con la historia. Fue a finales del siglo XVIII cuando se encontraron las primeras vetas de carbón en Espiel, el aumento del consumo de leña en la mina de Almadén y la instalación de la máquina de vapor para la extracción de agua obligó a aumentar las prospecciones en la busca por esas minas, algo que aumentó en el siglo XIX por los intereses metalúrgicos y ferroviarios. Es en la calle Santa Bárbara, patrona de los mineros, donde comienza un recorrido que muestra precisamente eso, el descubrimiento del carbón. La escultura emula a una persona recogiendo piedras negras junto a un burro. El enclave escogido no es al azar porque esa primera escena se asienta en el lugar de la primera concesión minera ‘La Luz’ con número 3 de expediente, una mina de gran importancia por la calidad de su carbón y la proximidad a la superficie.
La segunda escena, situada en la calle Ramón y Cajal, la escena elegida tiene que ver mucho con el paisaje minero ya que se recrea un castillete minero. Además, desde el enclave se disfruta de toda la cuenta minera del Guadiato con vistas, entre otras, al castillo de Belmez. Se trata de una réplica exacta del pozo Retorno de Espiel, que en la actualidad se encuentra ubicado en uno de los polígonos industriales del municipio. El castillete cuenta con cuatro pies verticales acompañados de tornapuntas para dar equilibro y reforzar la estructura, y permitía soportar las poleas para permitir la extracción.
De la vagoneta al penitente
En ese deseo de recrear los más fielmente posible todo el proceso de la extracción del carbón, la tercera escena recrear a un minero empujando sobre las vías de rail una vagoneta cargada de carbón. La vagoneta es original y tiene capacidad para unos 500 litros. Al igual que en el resto de las escenas estas explicaciones se pueden seguir a través de los paneles informativos o también a través de las locuciones que pueden escucharse. La cuarta escena, una de las más impactantes y que se asienta bajo un jardín vertical, es la que presenta a la figura del penitente, el trabajo mejor remunerado pero también el más peligroso. Su labor no era otra que eliminar la presencia del gas grisú, un gas tóxico muy inflamable que se acumulaba en la parte alta de la galería. La labor del penitente, envuelto en una manta y ataviado con una máscara o capucha, no era otra que provocar pequeñas combustiones para eliminar dicho gas.
El paseo finaliza bajo otro jardín vertical, en la calle Torrefranca, y con una representación de lo que era el interior de una mina de carbón con la figura del minero en pleno trabajo. Cinco escenas que recuperan la historia de Espiel pero que quieren ser el principio porque como asegura el alcalde de la localidad hay otras relaciones, como la que se estableció con la central térmica, que no se han evidenciado y hay espacio para que Espiel siga apostando por la primera ruta minera del Valle del Guadiato. El proyecto actual se situó entre los 90.000 y 95.000 euros y ha implicado a diferentes profesionales.
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