Querido Reyes Magos,
Ya sé que hace tiempo que dejé de escribir esta carta, pero este año esa condición de rebelde que se mitiga pero que no desaparece con el paso del tiempo me ha hecho volver a ser una remitente más. No me tengáis en cuenta la ausencia, la ilusión es la misma, aunque ya no sé si es ilusión o ingenuidad.
Pero al lío. Os pongo en contexto para ver si podéis hacer algo. Estos días están pasando cosas muy raras, cosas que no son propias de los tiempos que corren, cosas que me hacen pensar que el silencio nos hace cómplices.
Hace unos días unos profesores tuvieron la loca idea de plantear un proyecto colectivo entre diferentes centros educativos que implicaba al alumnado con su realidad más cercana. La verdad es que me supongo que ya sabéis de qué os hablo porque ese alumnado os escribía también a vosotros dejando a un lado el materialismo y consumismo propio de estas fechas y pidiendo una única cosa, agua potable. Pues se lio. Alguien vio política en esa carta que os hicieron llegar en forma de vídeo y mandó a la inspección a los centros educativos. Las razones para esa reacción son tan peregrinas que ni me voy a molestar en plasmarlas aquí. Pero no hay más razón que la de querer presionar sobre algo que políticamente no ha gustado. No hay más.
En estos días el señalamiento también está siendo brutal para algunos miembros de la plataforma ‘Unidos por el agua’, tanto que ya muchos no saben ni lo que reclaman porque lo único que les interesa -o quizás es lo que les ha interesado siempre- es su ideología política.
Algo o todo de eso hay también en que al comedor social de Acuide le hayan retirado de un plumazo la subvención nominativa, 12.000 euros, es decir, asfixio económico. Y no hay razones técnicas para hacerlo, porque de lo contrario alguien las hubiera explicado ya. Hay una animadversión personal hacia quien da la cara públicamente olvidándose del entramado de usuarios y voluntarios que hay detrás.
A todos ellos les entiendo perfectamente porque es lo que yo vengo sufriendo de un tiempo a esta parte. Hoyaldia está “vetado” en el Ayuntamiento de Pozoblanco -nadie es profeta en su tierra- publicitaria e informativamente porque no cuento lo que los que mandan quieren escuchar. Vaya por dios. Campañas institucionales reservadas tan solo para unos cuantos, negativas a entrevistas y silencios ante cualquier petición de información.
Por eso queridos Reyes Magos para el 2024 solo os pido algo más de benevolencia de esos todopoderosos que se creen con el derecho de negar el pan y la sal a quien no baila al ritmo marcado; un poco de educación para que las preguntas sean respondidas, aunque sea con esas respuestas que no aportan nada. Os pido también que dejéis unas cuantas constituciones por ahí, repartidas al azar, a ver si quien no se la quita de la boca le da por leerse el artículo 20 de la misma y se entera de qué va todo esto. Y os pido que ese movimiento que veo últimamente de hartazgo ante las amenazas veladas y el silencio por medio siga explotando.
Y como lo del agua, al que se pregunte por qué escribo esta carta ahora y no antes la respuesta es clara, porque jamás he vivido un desprecio y ataque a la libertad de información como el que vengo padeciendo en mi pueblo. Por eso y porque el silencio, como decía antes, me hace cómplice.
Os cuento lo último, hay una callecita en mi pueblo que se llama Libertad, es estrecha y tiene cierta pendiente. Cada vez que paso por ella pienso y siento lo mismo, pocas calles tienen tanta identificación en tipología y nombre como esa. Al menos, en mi pueblo. Podéis pasear por ella si queréis en vuestro camino.
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