No fue lo mismo que si saliera, pero a las puertas de San Bartolomé se congregó un importante número de personas a sabiendas de que podrían ver al Medinaceli en la calle unos instantes. A las 21:00 horas se abrieron las puertas y trece minutos después la banda empezó a tocar con los braceros y las braceras sacando al Cristo de su parroquia. La lluvia no impidió que el Medinaceli fuera un poquito más de su gente, de su barrio y la emoción se palpó con cada lágrima derramada y con los aplausos que quienes desafiaron a la lluvia dieron a su Cristo. El Rescatao fue callenuevo como siempre, pero más que nunca.
Antes de que esa emoción contenida se disparase, el presidente de la Hermandad, Fulgencio Calero, dio la noticia más complicada por clara que se tuviera. La lluvia impedía hacer la estación de penitencia pero nada se interpondría en el camino para que el Rescatao se reencontrara con su barrio y con su gente.
Dos horas más tarde el epicentro de la actividad se trasladaba hasta Santa Catalina donde La Caridad decidía lo mismo, no procesionar. Eso sí, el rezo del Vía Crucis se mantuvo intacto aunque en el interior de la parroquia y a puerta cerrada.
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