Si el patrimonio cultural de Los Pedroches, en general, es poco conocido, estudiado y valorado, los bienes muebles lo son aún menos. Comencemos en primer lugar por definir qué es un  bien mueble. La UNESCO, en la Conferencia General de París de 28 de noviembre de 1978, de Recomendación sobre la protección de los bienes culturales muebles, entendía por éstos, todos los bienes amovibles que son la expresión o el testimonio de la creación humana o de la evolución de la naturaleza y que tienen un valor arqueológico, histórico, artístico, científico o técnico. Después se establecía una amplia variedad de categorías, entre las cuales se pueden citar: alfarería, inscripciones, monedas, sellos, joyas, armas y restos funerarios; los elementos procedentes del desmembramiento de monumentos históricos; los materiales de interés antropológico y etnológico; los bienes de interés artístico como pinturas y dibujos, estampas originales, carteles y fotografías, conjuntos y montajes artísticos originales, producciones del arte estatuario, obras de arte y artesanía; los manuscritos e incunables, códices, libros, documentos o publicaciones de interés especial, y el mobiliario, los tapices, las alfombras, los trajes y los instrumentos musicales.

Hace unos años realizábamos un curso de catalogación de bienes muebles organizado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico y tuvimos la ocasión de comprobar de primera mano lo dejados que están estos bienes culturales en nuestra comarca, con lo que conlleva de olvido, deterioro y, en las mayoría de los casos, de su desaparición sin dejar rastro alguno. Recientemente, un estudioso y enamorado de Los Pedroches como es el profesor e investigador Antonio Merino Madrid, publicaba el libro ‘Patrimonio perdido de Los Pedroches’. En él hace un repaso exhaustivo de los bienes inmuebles que han desaparecido a lo largo de los años en nuestros pueblos. Si asombra la dejadez con la que los habitantes de esta tierra hemos tratado a un patrimonio tan presente y visible como son los bienes inmuebles, no ha de extrañarnos que el patrimonio mueble, tanto el ligado a estos edificios desaparecidos como otros bienes muebles distintos, sea aún más desconocido y por lo tanto poco o nada valorado. Aunque a buen seguro parte del patrimonio mueble de estos edificios ya desaparecidos sería rescatado y reutilizado en otros inmuebles religiosos y civiles (hablamos de pinturas, esculturas o mobiliario) otro tanto desapareció sepultado por las ruinas de las construcciones y por la dejadez de la sociedad de entonces.

Pero vayamos al objeto de este artículo que no es ni más ni menos que dar un toque de atención a quien corresponda, de la falta de estudio y divulgación (y por tanto de conservación) de nuestros bienes muebles, mostrando tres de ellos que tienen –o mejor deberían tener- un intenso componente cultural y antropológico para los habitantes de Pozoblanco y por ende de toda la comarca: el almirez o mortero de Jesús Nazareno, el banco de Pozoblanco de las Siete Villas de Los Pedroches y los dos leones que presidían el balcón central del Ayuntamiento de Pozoblanco.

En este primer capítulo, de los dos que proponemos, hablaremos del almirez del Hospital de Jesús Nazareno, un mortero de bronce de 1773, cuya ubicación habitual era, en su origen, la botica o farmacia  del antiguo hospital, que estuvo operativa hasta los años cuarenta del siglo XIX. Gracias a las investigaciones del historiador y actual cronista oficial de Pozoblanco, José Luis González Peralbo, sabemos que en el año 1773, el hospital de Jesús Nazareno, fundado en el siglo anterior, se encontraba en obras, precisamente para “construir de nueva planta una botica que prestara servicio no solo a la santa casa, sino también al público en general”1. Precisamente de esa fecha es el impresionante almirez que nos ocupa y que comenzaría a prestar sus servicios en esa época y del que no se ha conservado su mano.

Ya en el siglo XIX, la normativa impedía regentar farmacias a instituciones y miembros de las órdenes religiosas por lo que el hospital se vio obligado a vender la farmacia al facultativo Fernando María Osuna. El valor de la farmacia, tasada en 5.102 reales, lo iría abonando paulatinamente y en la cantidad estaban incluidas de forma desglosada las medicinas, redomas y botes, el utillaje de metal y cristal, los tamices y cedazos, -y aquí hallamos la mención a nuestra pieza- “…sin incluir el almirez, pues esta pieza tasada en setecientos reales queda para el uso que le convenga en lo sucesivo al Hospital…2”.

A partir de esa época no existen –que conozcamos- alusiones a la pieza, pero ha sobrevivido a episodios convulsos de nuestra historia, sobre todo la Guerra Civil, que fue especialmente dura en Pozoblanco. De hecho el Hospital de Jesús Nazareno fue la sede, de 1936 a 1939, de la comandancia del ejército republicano y la localidad sufrió un total de 111 bombardeos del casco urbano, impactando algunos de ellos en el edificio del hospital.

Desde entonces ha permanecido como legado de la institución y en la actualidad es propiedad, no de la cofradía de Jesús Nazareno, sino de la institución de las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno que, desde el año 1915 administran lo que es una Residencia de la Tercera Edad concertada con la Junta de Andalucía.

El almirez es de bronce con una técnica de fundición en molde, unas medidas de 28 centímetros de altura y 34,5 centímetros de diámetro y un peso de 50 kilos. En la parte superior tiene una inscripción que dice: “Soi del Hospital de Jesús Nazareno de la Villa de Pozoblanco”. De forma tronco cónica, está perfectamente adaptado al uso que se le asigna para triturar hierbas y esencias. En la actualidad está en el vestíbulo de la entrada de la Residencia y, aunque su estado de conservación es bueno, se ven a simple vista algunos deterioros: alteraciones físicas, como un golpe en la boca por una posible caída brusca; alteraciones químicas, con una pátina de oxidación por la humedad relativa y de la polución, y alteraciones biológicas, por musgos y líquenes.

Como hemos comentado, desde hace unos años está situado en el vestíbulo de la actual Residencia de Ancianos de Jesús Nazareno, totalmente descontextualizado y pasando desapercibido para los que visitan las instalaciones. Además, al estar situado casi a ras de suelo y sin ningún tipo de cartel explicativo sobre su origen, su invisibilidad se acentúa más.

Este almirez de bronce tiene un gran significado para el Hospital de Jesús Nazareno de Pozoblanco y más concretamente para la cofradía de dicho titular, al ser la talla más antigua (siglo XVII) que se conserva y procesiona en la localidad. Esto, unido a las leyendas que hay alrededor de la misma y el hecho de ser la única imagen que se salvó de la destrucción de la Guerra Civil, lleva a que todo lo relacionado con este antiguo hospital, fundado por el Padre Cristóbal de Santa Catalina en el siglo XVII, adquiera un alto significado sociocultural para la localidad.

En la actualidad la pieza carece de protección alguna. A nuestro juicio -proponíamos en el trabajo de investigación-, sería necesario algún tipo de protección legal, así como una restauración de urgencia que ataje los principales problemas que padece la pieza, sobre todo la suciedad acumulada por el paso de los años. También sería necesario cambiar su actual ubicación en la que pasa totalmente desapercibido, (una vitrina cerrada sería un buen lugar). Igualmente haría falta un cartel con una explicación básica de la historia de la pieza para que sea valorada en su justa medida.

 

NOTAS:
  1. González Peralbo, José Luis. Asistencia Sanitaria en Jesús Nazareno. La farmacia del hospital. Conferencia pronunciada el 28 de octubre de 2016. En Internet.
  2. Ídem.