No hubo plenitud del Viernes Santo en Pozoblanco. La Madrugá y el Santo Entierro cumplieron con el recorrido planteado, la procesión de la Agrupación de Hermandades y Cofradías por las calles del centro como tocaba este año, especial por ser el de su cuarenta aniversario y, también, el del relevo.
Esa alegría no se trasladó al Cerro, a la parroquia de San Sebastián. Las previsiones no eran buenas y se cumplieron por segundo año consecutivo. La Hermandad se dio media hora de margen, pero tras ese tiempo la decisión era la de quedarse en casa. La comunicó el presidente, Guillermo Cabrera, al que le costó contener la emoción y no ocultó lo “duro” de la decisión, más si cabe por ser el segundo año consecutivo.
Entonces se abrieron unos minutos para la oración, para el rezo de los Siete Dolores. Luego, se abrieron las puertas para que la gente pudiera ver cómo las costaleras llevaban al Sudario durante tres marchas. Las mismas que la Agrupación Musical de La Soledad tocó para que los costaleros fueran los pies de una Virgen que no pisó el Cerro, que no encaró la calle Fernández Franco para echarse a los brazos de su pueblo. Toca esperar a otro año.
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