Durante los cortes publicitarios en televisión suelen aparecer anuncios para apadrinar niños de África o de otros países pobres. Mucho se ha hablado sobre el tema, unos son partidarios de este sistema para enviar ayuda y otros creen que es una forma de recaudar fondos a costa de la imagen de un niño.
Todo comenzó con la misión salesiana Don Bosco de Agridat, que tuvo la idea de montar en Madrid un sistema de apadrinamientos que sirviera para ayudar a los niños más pobres haciendo que las familias españolas se comprometieran a mantenerlos. Les hicieron fotos a los chicos de Agridat, las enviaron y así empezó todo.
Desde entonces, miles de niños han sido apadrinados desde que comenzó el proyecto. Han pasado ya 25 años y el procedimiento sigue siendo el mismo: cada padrino se compromete a enviar una ayuda mensual de entre 18 y 60 euros y, al cabo del año, el niño le envía un par de cartas contándole qué tal le va.
Existen dos reglas. Una: el niño apadrinado recibe dinero sólo si sigue estudiando, si dejaba la escuela, adiós dinero. Y dos: el dinero del niño apadrinado no es solo para él, sino para mejorar las condiciones de vida de toda la familia, ya que a veces las necesidades del chico quedan cubiertas y sobra dinero que también sirve para sus padres y hermanos.
Todos recordamos episodios como el de Intervida, ONG que fue acusada en 2007 de timar a cuatrocientos mil padrinos. Aunque cinco años después la justicia concluyó que no hubo tal fraude, la imagen de estos sistemas de apadrinamiento han quedado dañados.
Sin embargo, hay muchas organizaciones que cuentan con el apoyo de miles de familias españolas y trabajan para que los niños puedan tener una oportunidad en la vida. De hecho, 25 años después, los primeros niños apadrinados de Agridat se han hecho adultos y han conseguido labrarse una vida.
Por ejemplo, los padres de Mulu murieron cuando era pequeña pero pudo estudiar gracias a que fue apadrinada. Hoy tiene dos hijos y regenta un comercio. Marta Getachew es madre soltera de una niña y unos gemelos, trabaja de camarera en el bar de una prima pero todavía no es económicamente independiente, por lo que necesita el dinero que recibe su hija apadrinada.
Brahane estudió Ingeniería hidráulica y agricultura y trabaja para el Gobierno en la compañía pública de aguas, realizando proyectos de irrigación. Medhou es viuda y mantiene a dos hijas, pero reconoce que no podría hacerlo sin la ayuda de una familia española que la niña mayor recibe.
Vidas de muchísima gente que han cambiado gracias a la ayuda de familias españolas que decidieron donar una pequeña parte del dinero que ganan al mes para que otros pudieran tener una oportunidad.
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