Catalina Calero García tiene a sus espaldas un bagaje profesional que hace interesante cualquier conversación con ella. Licenciada en Bellas Artes y especializada en restauración, su profesión le ha llevado hasta Egipto, sin olvidar que su impecable trabajo y su impronta pueden verse en su localidad natal, Pozoblanco. Sin ir más lejos, la restauración de la fachada del Ayuntamiento de la localidad lleva su nombre. Ahora está inmersa en otro proceso, en ‘ilusiOnismo’, una vuelta de tuerca a su condición de artista y también una llamada porque «como ser naciente y creciente en el siglo XX y como ser paciente del siglo XX, animo a rescatar la ilusión como elemento místico, como componente fundamental de nuestra espiritualidad y acudir al templo, la Naturaleza». Precisamente su convencimiento ecologista le llevó a exponer en la Biblioteca Municipal en el Día del Medio Ambiente, aunque lo hizo tan solo por unas horas porque aspira a exponer en su pueblo, pero hacerlo de verdad. De momento, hasta que esa fecha llegue, nosotros hablamos con Catalina Calero sobre ‘ilusiOnismo’.
Pregunta: ¿De dónde surge ‘ilusiOnismo’?
Respuesta: Durante mucho tiempo he estado preguntándome por qué unos movimientos tan importantes como el movimiento feminista y el ecologista no tenían su propio imaginario y siempre me remetían a mujeres artistas, pero lo que yo quería es que las postulaciones de la agenda feminista y ecofeminista se vieran reflejadas a través de imágenes. ¿Cómo lo consigo? Con el ilusionismo, es mi estilo de representación. Filosóficamente aúno ideas ilusorias con la ilusión y formalmente utilizo multitud de recursos efectistas entres los cuales el más significativo es el que las llevemos puestas y hagamos visibles nuestras posturas internas de cara a la sociedad.
Mi obra es una obra de conversación, es una obra que tiene multitud de simbolismo, que nos cuenta una historia donde hay una trama, un nudo y un desenlace. Es el desenlace donde suelo colocar la ilusión porque considero que un mundo ecofeminista es mejor, es necesario y es posible.
P: Me dice que su obra está concebida para ser vista, pero también para ser llevada.
R: Mi obra tiene una estructura particular a nivel formal, son ilustraciones en soportes, algunas están bordadas, de manera que las puedes llevar puestas. Hay otras que no, pero en la mayoría tengo una versión para que las cuelgues o extraigo detallas de obras más importantes para que traslademos ese discurso.
P: ¿Con qué elementos juegas?
R: Mi obra es una ilustración en papel, pintada, con acuarela, lápices de colores, rotuladores, de todo. Hay obras que las quiere concretamente en una técnica, pero es una ilustración en papel. Después la monto sobre un soporte flexible y resistente donde en muchas ocasiones bordo por encima de esa ilustración. La base siempre es un papel de manera que sean ligeras, estén protegidas y, como he dicho, puedas llevarlas puestas.
P: El movimiento feminista, el ecologismo, estamos ante una obra reivindicativa.
R: Es vital. Yo soy ecofeminista y no puedo hacer otra cosa, considero que el mundo ecofeminista es un mundo mejor y más justo. Tengo que dibujar lo que velo y lo que creo, cualquier ser vivo me parece maravilloso y así lo reflejo. Reflejo mi día a día, mis pequeños animales, mis grandes animales, el sol, la luna, la lluvia y postulaciones feministas de algo nivel o de nivel más básico que considero que deben de tener una imagen que cuente esa historia. Hasta ahora no tenemos eso, solo tenemos teoría, no tenemos una obra que esté contando esa teoría.
No hay referentes en ese sentido y por eso a veces es duro para mí también, pero son retos. Llevo desde 2015 trabajando en esto, tengo que meditar mucho, coger conceptos, documentarme, preguntar a mis amigas… Luego lo lleno todo de símbolos que te van a contar eso.
P: Este trabajo, por tanto, lleva años concibiéndose.
R: Sí, mi primer obra es ‘Higo’, para mí es el baluarte, es un prêt-à-porter, es la primera obra ilusionista y a partir de ‘Higo’ que es de 2015 han venido todas las demás. Técnicamente están muy elaboradas, tienen mucho trabajo, pero no tengo prisa no acabo una obra hasta que no considero que está acabada.
P: Ahora ha dado un giro a su carrera, pero si no me equivoco su labor como restauradora le ha llevado hasta Egipto.
R: Me licencié en Bellas Artes en la Universidad de Granada en la especialidad de restauración. Desde que terminé he estado trabajando como restauradora, creamos una empresa en Granada, cuatro mujeres, fuimos pionera en ese sentido. Trabajamos mucho en Granada, pero he estado también en Sevilla, Málaga, en muchos lugares, también he trabajado mucho en Pozoblanco. Lo último a destacar fue la excavación en Egipto en la que pude disfrutar muchísimo y participar, fue una de las cosas más emocionantes que he hecho como restauradora de obras de arte.
P: ¿Cómo le llega esa oportunidad?
R: La oportunidad me llegó a través de una compañera de la empresa que te he comentado. Ella es de Jaén y esto era una cosa organizada por la Universidad de Jaén, dijo que yo estaba dispuesta y así fue. Hablando coloquialmente es flipar todo el día. Lo más difícil que he hecho lo hice allí porque cada vez que abres una tumba la obra que hay dentro, los sarcófagos, empiezan a deteriorarse con tal rapidez como hemos visto en las películas. En su tumba tienen una estabilidad de humedad y temperatura y cuando los abres lo que no se ha deteriorado en siglos se deteriora en segundos. Era un reto enorme y contrarreloj.
Restauramos todo el menaje funerario de las excavaciones de las tumbas que se iban abriendo, sacábamos el sarcófago, tratábamos la momia, los vendajes, todos los atributos que llevan funerarios, todo lo que iba saliendo. El equipo era multidisciplinar y cada uno hacia su trabajo, los antropólogos estudiaban de qué había muerto esa persona, qué enfermedades podía tener; iba gente especializada en semillas porque dentro meten sus semillas para en la otra vida plantar; gente especializada en pigmentos; nosotras como restauradoras; fotógrafos; arqueólogos que abrían avanzadilla.
P: Es como tocar la historia.
R: Todos los días era como una aventura.
P: Atesora también un premio a nivel europeo por su trabajo en Granada.
R: Fue en nuestro primer trabajo, fue un hito porque la empresa la creamos mujeres, las primeras que veían subirse a un andamio en Granada, estamos hablando de 1992, lo mismo nos daban vítores como que nos ponían verdes. Eso ha cambiado mucho, afortunadamente. En ese proyecto de la restauración de todas las pinturas murales de la Carrera del Darro, de toda la fachada, nos dieron el premio Europa Nostra. Es un premio muy prestigioso en nuestra profesión, fue muy gratificante.
P: Y luego están los trabajos que ha realizado en su pueblo, en Pozoblanco. ¿Cuál destacaría?
R: Todo lo trato con el mismo cariño, pero destaco la fachada del Ayuntamiento de Pozoblanco porque fue un trabajo en equipo, formamos un equipo estupendo, el trabajo fue duro. De igual manera, la fachada de los Juzgados, te puedo destacar el retablo de los Salesianos porque fue un trabajo muy grande para estar yo sola y con muchas diferentes cosas desde la pintura mural, los dorados, el retablo… Y luego todas las vírgenes, cristos, lo trato con el mismo respeto.
P: ¿No echa de menos esa faceta de restauradora?
R: Ahora mismo no, estoy dedicada a mi obra. He sido la mujer más feliz del mundo porque me pagaran por restaurar, era feliz, feliz. Era algo absolutamente vocacional, pero llevo un tiempo que lo he apartado porque después de lo de Egipto, que hice esos retos tan grandes, como que todo se quedaba un poco pequeño. Tenía pendiente mi obra personal, he estado en mi cabeza elaborando sin tener tiempo físico mi obra personal y ahora puedo. Ahora soy inmensamente feliz con mi obra.
P: Y lo hace, volviendo a ‘ilusiOnismo’ con una obra que reivindica el feminismo y el ecologismo. ¿Desde que se subió al andamio en 1992 ha cambiado mucho la sociedad en esos dos aspectos?
R: Falta información, transmitirlo de una manera rápida que es por lo que yo me enfrasco en reflejar conceptos, que a veces son muy amplios, muy angulosos, lo hago para llamar la atención y recojas ese discurso. Hay que seguir educando, educando y educando. La sociedad ha cambiado, pero falta todavía muchísimo y, sobre todo, no podemos perder terreno, tenemos que seguir ahí. Ha cambiado mucho desde que yo me subí en un andamio, pero quiero más, quiero más para mis hijas.
P: La exposición no es como tal porque solo ha habido unas horas para disfrutar de ella.
R: Yo quiero tener la opción de poder exponer en mi pueblo dignamente, con tiempo, con un buen espacio, donde pueda explicar con tranquilidad lo que hago, por qué lo hago y cómo lo hago y reclamo ese espacio en mi pueblo.
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