Uno ya no se puede aguantar ante tanto desconcierto. Que si la escuela pública adoctrina a nuestros hijos en escraches y expropiaciones, que si los colegios confesionales o religiosos son los únicos que liberan a los pequeños del veneno marxista que riega nuestras venas.

Me he parado a pensar si mi pequeña Carmen, que la tengo en un colegio público, no se estará convirtiendo en mahoista o bolivariana. Si me la estarán adoctrinando para ser la futura Pasionaria, y la verdad que cuando me pide la paga no sé si se la gastará en chuches o cócteles molotov.

Claro, y pienso que en realidad tenía que haber ido a las monjas o a los salesianos, allí no se adoctrina a nadie, y lo peor que le podría pasar a ni niña sería que le diera por acudir a manifestaciones contra el divorcio, el aborto, la buena familia, los homosexuales o el uso del condón.

Y luego están los maestros, los de la pública son casi todos unos rojeras de mucho cuidado, que van a clase sin chaqueta y corbata, y de canutos hasta arriba, eso sí con sus oposiciones en regla.

Sin embargo, en los colegios privados se contrata a maestros más…., menos problemáticos, vamos. Ellos se cuidan de que nuestros hijos no se tuerzan y se adoctrinen con las recetas de la escuela pública.

Menos mal, que cada cuatro u ocho años, nos da por votar y cambiar de gobiernos para variar ese adoctrinamiento de la escuela pública y dejarlo dónde siempre estuvo, en la enseñanza privada, que para eso está……… concertada.

Modesto Sánchez