Hay ocasiones en las que resulta muy complicado hacer las cosas bien, pero hay otras en las que lo difícil es hacerlas mal. No nos tenemos que ir muy lejos. Ana Botella podría haber hablado en español durante la presentación de la candidatura de Madrid 2020 en Buenos Aires porque para hacer el ridículo siempre hay tiempo. Los discursos, sean de la índole que sean, tienen que ajustarse en su forma y en su contenido al contexto en el que se realizan. Y ayer ese patinazo lo vivimos en Pozoblanco.
Hablamos de los abucheos que el público del Teatro “El Silo” dirigió al alcalde de la localidad, Pablo Carrillo, durante su intervención en el acto del Pregón de Feria. Hasta dos interrupciones nunca antes vistas en dicho acto y que dejaron un amargo sabor de boca. Creo, sinceramente y sin intención de hacer leña del árbol caído, que Pablo Carrillo se equivocó de principio a fin y obvió algo esencial, el nivel de crispación y malestar que hay en la ciudadanía pozoalbense.
Esta vez no fuimos los periodistas los que pusimos el micro para que alguien entrara al trapo; esta vez ningún miembro de la oposición puso los dedos sobre la llaga; esta vez ningún ciudadano enarboló pancarta alguna. No. Esta vez, el primer edil pozoalbense se metió en la boca del lobo él solo. Y creo que lo hizo porque minusvalora, precisamente eso, el nivel de crispación al que se ha llegado en esta legislatura y que viene arrastrado de la anterior.
Dice Antonio Jimeno es su blog “Sociedades Binarias” que no había necesidad. No puedo estar más de acuerdo. No había necesidad de hablar de peatonalización, de cifras, de helipuertos, de vanagloriarse de una gestión que está siempre en un segundo plano por las diferencias que se viven en el Consistorio. Vivimos otros tiempos y ayer se demostró. Parece, que por fin, la gente está perdiendo el miedo a expresar su hartazgo, a demostrar que los discursos políticos hay que darlos en otros espacios y que hay veces que hay que ceder el protagonismo a quien corresponde y ayer ese protagonismo correspondía, solo y exclusivamente, a Mari Luna Escribano, la pregonera.
Ayer el alcalde de Pozoblanco se equivocó, erró y de la rectificación, análisis y autocrítica de ese error podrán venir éxitos o fracasos venideros. No tiene que salir a la palestra a retractarse de su actuación o a apoyarla. A mi entender, no. Lo que la ciudadanía le pidió ayer en modo de abucheo es otra cosa. La primera que el respeto que él pidió se lo tenga el equipo de gobierno a la ciudadanía arreglando sus diferencias, dejándolas de escenificar y aprovechando la oportunidad que tienen de solucionar problemas en lugar de crearlos. La ciudadanía le pidió más responsabilidad y menos representación.
Y esa responsabilidad y respeto la hago extensible al resto de la corporación municipal. En la rueda de entrevistas que hoyaldia.com les ha ofrecido esta semana con los portavoces de PA, PP e IU –esperemos que se pueda completar la serie (a buen entendedor…)- todos, a micrófono abierto o cerrado, abogaban por el consenso y el diálogo. Pues es hora que aborden en una comisión el nivel de responsabilidad de cada uno y se tiendan los puentes para acabar con esta quijotesca situación.
Me temo que no será así. Y es que el rédito político en juego es demasiado. Algunos ya se estarán frotando las manos, quién no lo haría. Es lo que tiene la política, que la debacle de algunos viene a significar la gloria de otros. La política o la mediocridad.
Permítanme que acabe esta reflexión dominical con un detalle. En la entrevista que realicé a Baldomero García obvié la última pregunta que le hice. Le cuestioné sobre si le gustaría preguntarle a Antonio Fernández qué opinaba de la situación actual de un PSOE que durante mucho tiempo ha dirigido –no en vano las dos últimas figuras máximas del partido en el Ayuntamiento han venido de su mano-. Esa pregunta la extraje de una conversación con un socialista de toda la vida que me dijo, ¿dónde está ahora Antonio Fernández, por qué no da la cara? No sé si sería necesario, pero alguien debería retomar las riendas de un partido que vive sus más bajos momentos y que necesita grandes dosis de autocrítica.
La actuación del PSOE en esta legislatura va guiada por una lógica que en el mundo del tráfico y la seguridad vial sería del siguiente tenor:
Noticia y resultado estadístico: El 35% de las personas que mueren en accidentes de tráfico no llevaban cinturón de seguridad.
Conclusión «lógica» extraíble de ese dato: El 65% de las personas que mueren en accidente de tráfico llevaban el cinturón de seguridad, luego, es más peligroso llevar el cinturón de seguridad que no llevarlo.
He oído decir a Pablo varias veces que en contra del corte del tráfico de la calle El Toro sólo hay unos cuantos que se oponen por internet, luego, por lógica, todo el mundo que no se manifiestra está a favor del corte al tráfico.
Con esa idea, aprovechó el pregón para darse un baño de multitudes de gente que opina como él. Por desgracia su lógica demostró tener puntos débiles.