Belalcázar acogió el sábado una jornada cultural en homenaje a Antonio Machado y al ilustre periodista de origen belalcazareño Corpus Barga, amigo del escritor. Ponencias, actos de homenaje y un recital de poesía sirvieron para recordar la figura de Machado y Corpus Barga, así como su unión recordando como el periodista ayudó a cruzar la frontera y encontrar el exilio a Machado y su familia en aquellos fatídicos días de guerra, poco antes de su muerte. Esta jornada homenaje estuvo organizada por la Asociación Cultural Turdulia. 

Bajo este contexto, y unidos por un mismo sentir, los poetas participantes del acto y otras personalidades presentes, leyeron y firmaron un manifiesto «en defensa de devolver a España los restos del poeta Antonio Machado para poner fin a su injusto exilio», apoyándose en la idea que «de la misma manera que Corpus Barga le ayudó en 1939 a cruzar la frontera hacia Francia, que sea también él ahora quien le ayude a retornar a través de este acto, para que tanto Machado como su madre descansen en paz, y por siempre, en tierras de España, de donde no debieron salir nunca».

A la iniciativa, que clama por la unión de los poetas andaluces y persigue la movilización de la ciudadanía, se unieron con gran entusiasmo referentes de la cultura y la poesía como Manuel Gahete, vicepresidente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores de España (y presidente de la sección autónoma de Andalucía), y vicepresidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos, quien reflexionó sobre la necesidad de poner fin a su destierro y se encargó de dar lectura al manifiesto. 

Antes, otro de los poetas participantes, Rafael Calero, enfatizó el amor que el poeta sevillano tenía por su país, repasando el conocido pasaje durante el cual, Machado portó consigo al exilio un poco de tierra que había recogido justo antes de cruzar la frontera. Una tierra de España que guardó en una cajita de madera y que, cuando vio su enfermedad agravar, pidió a quienes le acompañaban que le enterraran con ella si moría en aquel pueblecito francés de Colliure al que había llegado gracias a la intercesión de su buen amigo Corpus Barga. De cumplir aquella voluntad se encargarían su hermano y su cuñada.