Las pruebas de acceso a la Universidad coparon la actualidad en el plano educativo durante la semana pasada, la selectividad puso el punto y final a un curso marcado por la interrupción de las clases presenciales el pasado mes de marzo a causa del coronavirus. Una situación que obligó al profesorado a adaptarse y poner en marcha en tiempo récord nuevos mecanismos basados en las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Una fórmula que supuso un desafío tanto para los centros como para las familias, sin olvidar al alumnado. Unas semanas después, con la capacidad de reflexión que permite el tiempo, hablamos con algunos docentes para abordar lo que ha supuesto la interrupción de las clases presenciales, así como el futuro ante el que trabajan los centros y equipo directivos de los mismos.
Los análisis varían dependiendo del alumnado y su edad, aunque hay elementos comunes que se repiten como el reto al que se ha tenido que enfrentar un profesorado que ha estado en permanente formación; el papel fundamental desempeñado por las familias; o la necesidad de recuperar el contacto perdido durante estos meses. Dori Calero es docente en el CEIP Virgen de Luna de Pozoblanco, concretamente en la etapa de Infantil por lo que adaptar su mecanismo de enseñanza diaria no ha sido fácil. «Fue complicado, sobre todo al principio. Nos dijeron antes de Semana Santa que nos íbamos a casa, pero siempre con la idea de volver. El confinamiento se alargó y eso nos obligó a ponernos las pilas», explica.
El filtro y el contacto con las familias en esta etapa era algo prioritario, así como encontrar material que permitiese a los más pequeños estar motivados. «En esta etapa tenemos un agravante y es lo importante que es el contacto físico, el afectivo y el emocional, es básico. Nuestro sistema de clases está basado en el juego, al principio de la clase los niños tienen la asamblea, se trabajan los conceptos que vamos a ver y aunque realizan fichas, se trabaja mucho en la alfombra. Eso es muy complicado extrapolarlo, entre otras cosas, porque los padres no tienen por qué saber explicar ciertas cuestiones y éramos conscientes de la carga de trabajo que era para ellos», narra. Eso implicó un reajuste en la programación que tendrá su continuidad en el curso próximo y que afectará algo más a los finales de etapa. Dori Calero puntualiza que «afortunadamente yo tengo a los mismos alumnos el próximo curso y sabré de qué punto partir, porque con este sistema no puedo determinar el grado de conocimiento que están adquiriendo». No le preocupa, sin embargo, la vuelta a la rutina por la «gran capacidad» de adaptación que demuestran los niños. Y en el bagaje se queda con «el trabajo en equipo» entre compañeros para tenderse la mano ante las posibilidades que había para afrontar el reto, así como la formación adquirida para poder afrontarlo.
Romy Díaz afrontó ese mismo proceso siendo además parte del equipo directivo del IES Los Pedroches. El objetivo prioritario marcado fue «mantener el contacto en todo momento con el alumnado». A las plataformas utilizadas desde del inicio se sumaron otras herramientas como videoconferencias, vídeos explicativos e incluso un contacto mucho más directo ofreciendo el teléfono personal para potenciar ese contacto. «No pudimos preparar al alumnado, tengo claro que el próximo curso lo primero que voy a hacer es afrontar cuestiones tecnológicas que tienen que saber, cosas básicas», relata a la par que pone sobre la mesa también el trabajo en equipo del profesorado para encontrar las fórmulas adecuadas para conseguir que ese contacto fuera lo más efectivo posible.
«No ha sido nada fácil porque es complicado mantener la disciplina, aunque lo hemos conseguido en líneas generales», afirma Díaz al referirse al establecimiento de esos lazos comunicativos. Profesora en cursos tan diferentes como 1º de E.S.O. y 1º de Bachillerato, esta profesora del IES Los Pedroches también tuvo que diferenciar porque el trato con unos alumnos y otro poco tuvo que ver, con los más pequeños el grupo de WhatsApp funcionaba, mientras que los mayores optaban por el correo electrónico y la plataforma. No obstante, al no ser final de etapa tiene claro que «siempre se repasa al inicio de curso, ahora lo que tendremos que hacer es que ese repaso sea más exhaustivo», eso siempre y cuando la vuelta sea presencial, como de momento indican todas las instrucciones, ya que de lo contrario «habría cosas que cambiar, pero el profesorado ha aprendido mucho en todo este proceso y eso juega a nuestro favor». «Las instrucciones que tenemos es que debemos preparar el curso de manera presencial, aunque tenemos que preparar también el escenario de que las clases sean virtuales para estar preparados», añade.
Llevar las tecnologías a la clase, conocer los recursos que ofrecen es algo que se añade a las enseñanzas que ha dejado esta crisis, con tirón de orejas también a la Administración porque esos recursos han fallado por el alto tráfico. Pero si hay algo aprendiendo es el valor del trato diario, del contacto que requiere la educación, «hemos valorado muchísimo la importancia del contacto humano en la enseñanza, es imprescindible». Un contacto que se ha extendido a los padres para que conocieran la dinámica y los tiempos para poder ayudar también. «Ha sido una etapa dura, complicada, ha sido difícil encontrar el equilibrio, al principio mandábamos muchas tareas, hemos sido conscientes del incremento de trabajo porque continuamente llegaban nuevas instrucciones, ha sido complicada, eso es indudable, de mucho trabajo y mucho esfuerzo», sentencia.
También a alumnos de secundaria pero de Málaga da clases Matías Sánchez, natural de Pozoblanco. Aunque reconoce que el entorno socioeconómico favorable del centro educativo ha permitido reducir los problemas, reconoce que «la brecha digital es mayor de lo que pensamos». A eso une, en el análisis de este peculiar curso, los problemas suscitados ante la falta de medios porque «no todas las familias tienen ordenador o pueden tener uno para toda la unidad familiar». Destaca también en ese análisis que «ha quedado patente que es necesaria la formación en el entorno digital para el profesorado», así como que la propia Administración trabaje para ofertar plataformas «ágiles y propias». En la parte positiva queda «que en tiempo récord hemos establecido nuevas metodologías que podemos aplicar también a las clases presenciales».
De cara al futuro, y trabajando sobre el escenario de las clases presenciales, estos meses de educación online entiende que «habría que diferenciar según la etapa educativa». «Creo que para el alumnado que se incorpora este año a la etapa secundaria, que llega a centros nuevos con más profesorado, supone una ruptura en su proceso de integración, un corte; para alumnado que está en cursos terminales supone un estrés añadido, creo que rompe algo la dinámica y la preocupación que tenemos es cómo puede afectar que vayamos a tener medio año sin contacto, sin exámenes presenciales, tener ese corte no sabemos cómo va afectar, puede producir un choque importante por la desconexión», apunta.
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