Gema Guijo es una joven pozoalbense que lleva más de una década viviendo y trabajando en Barcelona. Con ella intentamos acercarnos a sus vivencias ante un conflicto que marca la actualidad.
Pregunta: ¿Cómo estás viviendo todo el proceso viviendo en Barcelona?
Respuesta: Con hastío. Por un lado, estoy cansada de llevar tantos años con este conflicto. En mi opinión, existen otras cuestiones más importantes en Barcelona y Cataluña, como son el turismo masivo, los alquileres abusivos y los recortes en educación y sanidad pública, entre otros. Por otro lado, estoy enfadada. Es innegable que el derecho a votar es una demanda de una gran parte de la sociedad catalana. Sin embargo, el gobierno central niega esta realidad y parece que está esperando a que la gente cambie sus ideas por arte de magia. Y no es así, habría que haber buscado alternativas, como proponer una reforma de la Constitución que contemple un estado confederado donde las autonomías tuvieran más competencias. Al menos, poner algo sobre la mesa, que se vea que se escucha a la gente y que se está trabajando en una solución satisfactoria para la mayoría.
Además, tanto en el parlamento catalán como en el español, hemos vivido escenas típicas de patio de colegio y no de instituciones políticas. Así que también podría decir que estoy avergonzada de estos políticos que dicen representarnos. Creo en el diálogo y no en la represión y la imposición como manera de solucionar conflictos. Y esto, no está ocurriendo.
P: ¿Coincide la realidad que se ve fuera de Cataluña con la que se palpa y existe allí?
R: No, no coincide. Estos días estoy escuchando mucho que hay catalanes que se sienten “ciudadanos de segunda”. Yo jamás me he sentido así. Mis amigos catalanes no se sienten así.
También se habla de un clima de crispación, dicen que si no eres independista te miran y te tratan mal. Aquí convivimos pacíficamente, los que están en contra de la independencia y los que están a favor. Ayer mismo, cené con una amiga con unas ideas opuestas a las mías: ella va a votar que sí y yo votaré que no. Pero las dos iremos a votar. Y tenemos muchos puntos en común. Nos escuchamos y nos respetamos.
Lo que más me llama la atención es la falta de curiosidad de varias personas con las que he coincidido en mis últimos viajes fuera de Cataluña. Hay gente que nunca ha puesto un pie en Cataluña, que sabe que vives aquí, pero que ni siquiera les interesa saber tu opinión como alguien que vive el conflicto desde cerca. Eso sí, son capaces de hacer afirmaciones categóricas sobre qué está pasando y qué debería de pasar. Me resulta muy curioso. Es un conflicto muy complejo. Yo llevo viendo once años en Barcelona y, aun así, expreso mi opinión con cautela y siempre intento escuchar otros puntos de vista. En todo “opresor” hay un “oprimido” y viceversa.
P: ¿Qué te supone, si es que te supone algo, como andaluza afrontar un proceso de esta índole?
R: Es complicado. Yo no puedo sentir el sentimiento de “nación” porque no he nacido ni me he criado aquí, aunque hay gente que está en la misma situación que yo y sí lo tiene; y es lícito también.
Sinceramente, a mí el tema de las banderas y las fronteras ha sido algo que siempre me ha costado entender. No me siento solo andaluza, ni catalana, ni española. Para mí la identidad se crea a través de las personas con las que te relacionas, no depende tanto del territorio en el que vives.
P: Si tuvieras que hacer una descripción de lo que está pasando, ¿qué destacarías?
R: Destacaría la falta de autocrítica y análisis por ambas partes, la falta de voluntad por llegar al fondo del conflicto. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué podemos hacer para solucionarlo sin que afecte al clima de convivencia que siempre ha reinado en Cataluña pese a la diversidad de opiniones? ¿Es viable una solución alternativa que no sea la independencia?
P: ¿Te preocupa lo que pueda pasar el 1 de octubre? ¿Y lo que pueda pasar el día 2 o el 3?
R: Sí, yo sí que tengo miedo. Temo que esto acabe en una ola de violencia. Simplemente, porque la represión es una forma de violencia ya y la violencia, engendra violencia.
Desde los colectivos a favor del referéndum se está promoviendo una movilización pacífica. Creo que es un sentimiento mayoritario, pero siempre hay quien tiene ganas de guerra. Y tampoco sería la primera vez que hubiera infiltraciones para desacreditar el movimiento independentista y tacharles de violentos. Además, tenemos tres barcos de guardias civiles, piolín incluidos, atracados en el puerto. Se supone que debería de darnos calma y seguridad pero a mi, sinceramente, no me la da cuando has visto cómo les despedían con un “a por ellos”.
P: ¿Qué nivel de tensión se respira en las calles, si es que se respira?
R: Las movilizaciones son pacíficas excepto casos aislados. Reparten claveles para expresar su indignación. Hay mucha gente enfundada en banderas, pero reitero, esto no es nuevo, viene de hace años. Cada noche, a las 10, hay una cacerolada.
No creo que haya tanta tensión. Creo que hay incertidumbre por el qué pasará y un deseo generalizado de que esto acabe, ya sea por un lado o por el otro.
P: ¿Qué opinas de todo el proceso?
R: Creo que hemos llegado hasta aquí por una mala gestión del gobierno central. Esto viene de años atrás y creo que el punto clave de inicio del conflicto ocurrió con el estatut. Un documento que se redactó entre todas las fuerzas políticas de Cataluña, se votó y se aprobó, pero al llegar a Madrid se recortó e incluso se llevaron al Tribunal Constitucional artículos que en otras comunidades se aprobaron íntegros. En este punto, muchos catalanes sintieron que sus demandas no eran escuchadas.
Han faltado propuestas desde el gobierno central. No puedes solo decir “no” y no ofrecer nada a cambio. No vale ampararse en la Constitución que en otros momentos se ha cambiado sin consultar al pueblo español y solo con fines económicos. ¿El dinero está por encima de los derechos humanos? En mi escala de valores, no.
Ha faltado diálogo, empatía y ganas de buscar una solución que satisfaga a todas las partes. Si se hubiera celebrado un referéndum hace tiempo, aunque no hubiera sido vinculante, hubiéramos conocido la situación real. Y sinceramente, creo que no hubiera ganado la independencia. Ahora la situación es diferente como fruto de esa ignorancia por parte del gobierno central.
Personalmente, no estoy de acuerdo con la forma en la que se va a celebrar, si es que se celebra, este referéndum. Creo que es un sentimiento que compartimos quiénes estamos en contra de la independencia y quiénes están a favor. Queremos votar sin miedo, de una manera legal, con una pregunta pactada entre todas las fuerzas y en un referéndum con el que todos nos sintamos representados. A mí me queda la sensación de que es un referéndum organizado por el “sí” y creo que muchos que están en contra de la independencia no irán a votar por este hecho. Por lo tanto, no creo que los resultados sean representativos de la situación real en Cataluña. Además de que hay muchas cuestiones en el aire que deberían ser aclaradas cómo cuál es el porcentaje con el que se declararía la independencia. Al ilegalizar el referéndum, se hará de una manera muy “chapucera”. Aun así, iré a votar.
Por otro lado, también me falta una definición más clara de cómo sería esa posible Cataluña independiente. ¿Cuáles serían sus valores? ¿Seguiríamos dentro de Europa o no? ¿Cómo se haría la transición? ¿Qué repercusiones tendría a nivel social, cultural y económico? A mi no me basta con la idea, creo que es una decisión muy importante y me gustaría saber a qué atenerme para poder decidir con fundamento.
P: ¿Qué papel están jugando los medios de comunicación?
R: Los medios de comunicación tanto autonómicos como estatales, por lo general, han demostrado una vez más la falta de objetividad, la búsqueda del morbo y el sensacionalismo, y lo que han hecho es avivar el conflicto. El número de independentistas ha crecido tras algunas portadas de periódicos y algunas tertulias televisivas. No se está informando objetivamente. En los programas de opinión, normalmente tienen una línea ideológica y no son testimonios diversos, van hacia una posición concreta. Además, están difundiendo videos editados y manipulados. Es vergonzoso.
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