El Comité de Patrimonio Mundial ha resuelto este domingo, en el marco de su 42ª sesión, que se celebra hasta el 4 de julio en Manama (Baréin), inscribir al Conjunto Arqueológico de Medina Azahara en la Lista del Patrimonio Mundial. Hasta la capital de Baréin se han desplazado como parte de la delegación andaluza, entre otras autoridades, el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez; la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, y el presidente de la Diputación Provincial, Antonio Ruiz.
Por su parte, en el propio conjunto arqueológico cordobés se han dado cita en la mañana de este domingo, para presenciar la retransmisión de la decisión de la Unesco, las consejeras andaluzas de Justicia e Interior, Rosa Aguilar, y Salud, Marina Álvarez, así como el presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán, entre otras autoridades.
Con la de Medina Azahara, Andalucía contará con 13 declaraciones de patrimonio, de las que nueve son de Patrimonio Mundial; en concreto, la Mezquita de Córdoba; la Alhambra y Generalife de Granada; la Catedral, el Alcázar y Archivo de Indias de Sevilla; el Parque Nacional de Doñana; el Albaicín de Granada –ampliación de la Alhambra–; el Centro Histórico de Córdoba –ampliación de la Mezquita–; el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica; los Conjuntos Monumentales Renacentistas de Úbeda y Baeza (Jaén); y el Sitio de los Dólmenes de Antequera (Málaga). A ellas se suman tres más de Patrimonio Cultural Inmaterial, que son el flamenco, la revitalización del saber tradicional de la cal artesanal en Morón de la Frontera y la Fiesta de los Patios de Córdoba.
El yacimiento arqueológico de Medina Azahara corresponde a una ciudad de nueva fundación erigida a mediados del siglo X como sede del Califato de Córdoba por la dinastía Omeya de occidente. La ciudad fue destruida tras un corto periodo de vida, permaneciendo desde entonces ignorada hasta su recuperación a principios del siglo XX.
El sitio presenta el valor de constituir un conjunto urbano completo que incluye sus infraestructuras, edificios, decoración y objetos de uso cotidiano, lo que permite obtener un conocimiento exhaustivo de la cultura material de una civilización desaparecida en el momento de su máximo esplendor.
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