A pesar de que los próximos 31 de julio, 1, 2 y 3 de agosto se vivirá la VI edición de la obra de teatro popular «La Vaquera Finojosa» hay detalles que varían edición tras edición y los últimos retoques en algunos aspectos son imprescindibles. Algo que ocurre en materia del vestuario. El diseñador Francisco Tamaral, encargado de vestuario desde la primera representación, confiesa «tener asumida la rutina de preparar todos los trajes, aunque cuando lo ves en la Plaza, el resultado continúa siendo muy gratificante».
Para esta edición » se ha realizado varias novedades, incluyendo tintes en trajes paras las mozas y la realización de unos corseletes que darán mucha vistosidad a la obra. Hemos adaptado los trajes que ya había a otros papeles y, sobre todo, destacarán los trajes de los nuevos personajes». El diseñador también adelanta que «podremos ver cambios de estilismo en la Reina Isabel o la renovación de trajes antiguos que están quedando genial».
Con una labor de documentación importante e intensa, el diseño y la elaboración de los más de 200 trajes de esta obra supone un bonito reto para el diseñador hinojoseño. «Lo más complicado ha sido adaptar los nuevos trajes al vestuario que ya existía y encontrar tejidos y colores en consonancia, por ejemplo, entre el séquito de la reina y los nuevos personajes de la banda. Y es que desde la primera edición -1998- han cambiado bastante los tejido», relató Tamaral.
Pero, sin duda, lo más complicado para el diseñador es «acoplar los trajes de unos actores a otros con cuerpos completamente distintos, así como los arreglos, ya que no hay tejidos de los que poder tirar para hacer una pieza, hay que deshacer cosas para volver hacer ropas totalmente distintas, jugar con tintes…». Otra complicación viene de la mano de los complementos que, edición tras edición, se convierten en «un gran problemas porque siempre se pierde algo y es complicado encontrarlo. Ocurren cosas normales con tanta gente, pero que hacen complicado y a la vez bonito este trabajo».
Por otro ello, el diseñador reconoce que «todo es muy gratificante». «Me gusta cuando nos presentamos a retos bastante difíciles, por ejemplo, adaptar los trajes de las anteriores mujeres mayores a las mozas del cuerpo de baile. Es bonito. Cuando veo el resultado en la plaza, como soy muy perfeccionista, encuentro siempre algún fallo. Pero edición tras edición, siempre te alegras», puntualizó.
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