Apenas setenta personas optaron en la noche del sábado por la propuesta cultural y teatral englobada dentro de la programación del Teatro «El Silo». Tocaba el turno de ‘Ruz-Bárcenas’, la recreación de la declaración que el extesorero del Partido Popular realizó ante el juez de la Audiencia Nacional el 15 de julio de 2013. Ese día, hubo un viraje en la declaración de Bárcenas y su defensa cambió para negar lo afirmado con anterioridad y reconocer la autoría de los papeles.
El resto es una historia bien conocida por cualquiera que se interesa mínimamente por la situación política española. Sin embargo, la apuesta por la obra eminentemente política que realiza Teatro del Barrio bajo la dirección de Alberto San Juan, va mucho más allá de lo que se pueda haber leído al respecto. Durante una hora y diez minutos, Pedro Casablanc -Bárcenas- y Manolo Soto -Pablo Ruz- se limitan a reproducir lo que ocurrió en la sala de la Audiencia Nacional lo que obliga al espectador a no perder detalle.
Porque a pesar del amplío conocimiento de un proceso que pone en cuestión la financiación del Partido Popular, un extremo que para el juez queda comprobado, con la declaración de Luis Bárcenas uno empieza a acercarse a lo más putrefacto de nuestra sociedad y los estamentos de poder que la conforman. Más allá del entramado para conseguir una financiación ‘b’ del partido, en esa hora y diez minutos de montaje se escuchan nombres de empresarios, constructores y políticos, muchos políticos, que parecen no escapar de los tentáculos de un poder que corrompe.
Es lo que tiene el teatro cuando se baja al espectro más social y retrata las cloacas del sistema, sobre el escenario uno empieza a tener dudas de a quién ve. Y eso es el mérito de una obra que sin efectos, con Casablanc y Solo como únicos intérpretes, consigue que el espectador se crea hasta confundir al personaje con el actor. Impresionante la capacidad de ambos para hacer los textos suyos, para desenredar con acierto la complejidad de ese texto y trasladarla magníficamente al respetable. Un público que aplaudió con ganas al final de una obra que se hizo corta y que entra de esas otras tantas que pasa sin pena ni gloria por «El Silo», a pesar de ser más que recomendable.
Un último apunte. A nadie se le escapa los tintes políticos, evidentes, de la obra programada a lo que más de uno comenta en estos días que para cuando una sobre los ERE en Andalucía. Ojalá alguna compañía se anime, igual durante el casting algún actor sale de estas tierras. Pero al final, la conclusión sería la misma, la corrupción se olvida cuando toca la cita con las urnas.
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