«Dicen que nuestra Pepa no nació el 19 de marzo de 1812, nuestra pepa ya estaba». Apenas un reducto de la vieja muralla  de la entrada a la ciudad de Cádiz conforman una escenografía que no requiere de mucho más para situar al espectador en la Tacita de Plata. En ese contexto Sara Baras se convirtió ayer en «La Pepa», un espectáculo con el que consigue, ayer lo volvió a hacer en «El Silo», deleitar al público con cada taconeo, con cada movimiento de brazos, con su forma de moverse, de ser y de estar.

«Dicen que la Pepa no es solo un símbolo, dicen que la Pepa es un sentimiento». Con negros y rojos se inicia un montaje que arranca evocando el horror que deja la guerra y que se va suavizando en su estética con la aparición del azul y el violenta, del mar de la libertad, del puerto de Cádiz. Una historia de libertad transformada en un baile que pretende trasladar al espectador a las Cortes de Cádiz, evocar al pueblo gaditano, su alegría, su pasión, su forma de ver la vida. Todo para acabar con ella, con Sara Baras, aupando una Carta Magna, la primera española, un canto a la libertad.

«Dicen que nuestra pepa es la voz del pueblo en forma de mujer y respira libertad». Baras es el alma de «La Pepa», hasta cuando apoyada en la muralla contempla el «otro espectáculo», sin apenas moverse, estando sin estar. La personalidad de la artista es tal que le vale una mirada para transmitir, porque «La Pepa» también es un espectáculo de miradas, de gestos, de pasión y de entrega. Pero si ella es el alma, su cuerpo de baile eleva ese alma a los altares, magnifica el montaje y vuelve a dejar constancia de la elegancia y la forma de entender el baile de Baras, que sabe rodearse para engrandecer y engrandecerse.

La dramaturgia flamenca de «La Pepa» no solo destaca por su baile, para hablar de la música sobran las palabras, nunca mejor dicho. A ritmo de fandangos, guajiras, malagueñas o tanguillos las guitarras de Keko Baldomero y Andrés Martínez, las voces de Saúl Quirós, Emilio Florido y Miguel Rosendo y la percusión de Antonio Suárez y Manuel Muñoz «Pájaro» conforman otro espectáculo dentro del montaje cuya dirección, guión y coreografía corresponde a Sara Baras.

Ayer, «La Pepa» se vistió de mujer, respiró libertad en un espectáculo de primer nivel, en una de esas propuesta que cuando acaban deja un sabor tan dulce en el espectador que después de haber aplaudido durante más de cinco minutos en pie lo único que apetece es volver a sentarse, para volver a saborear, para que cada nota musical, cada mirada, cada movimiento, cada detalle permanezca siempre. Ayer Sara Baras se vistió de «La Pepa» y dentro de su libertad demostró su humanidad cuando abandonó el escenario para agradecer y saludar a los espectadores del CAMF que fueron a disfrutar de su arte. Ayer Sara Baras volvió a dejar su impronta en teatro «El Silo» que volvió a resistirse a un lleno. Dio igual porque «dicen que nuestra pepa es la voz del pueblo en forma de mujer y respira libertad» y ayer la Baras consiguió que respirásemos libertad con cada uno de sus movimientos.