Las elecciones andaluzas han demostrado que la vida no sigue igual para todos. Y Los Pedroches son una muestra muy certera de ello. Los que nunca fallan no estuvieron y los que, a priori, no se movilizan cuando se cansan fallaron poco. En ese tira y afloja se colaron los que vienen de abajo, remontando, predicando que hay otra forma, que lo de siempre no vale para salir de la situación. Y se les cree, porque los datos así lo demuestran. Porque en Los Pedroches se les sigue y consiguen sus apoyos. No para gobernar municipios, pero sí para introducir representantes en las cámaras autonómicas y nacionales. Pero lo cierto es que los que nunca fallan se marcharon y a eso hay quien no está acostumbrado.
El Partido Popular sintió lo que nunca había sentido, que sus votantes le dieron la espalda. Los populares han perdido 3.480 votos en estas elecciones, el voto útil y la teoría de los pactos no han funcionado. Sus votantes encontraron acomodo en una fuerza política nueva: Ciudadanos. Los avisaba The Guardian hace unas semanas: “Ciudadanos es el Podemos de la derecha”. Y allí se fugaron los votos de todos esos autónomos con el I.V.A. al 21 por ciento y el IRPF al 19 por ciento. Allí se fueron las facturas de energía de cada votante, el depósito del coche a 1,20 euros el litro o los funcionarios cabreados. Son 1.506 votos que tienen una procedencia clara y que avisan de que si las gaviotas siguen volando el mismo mar, el azul del cielo se tornará naranja.
Por el contrario, los que no se fiaron del anaranjado futuro, los que no creyeron en una “nueva UCD” se quedaron en casa. Masticando el mosqueo. La participación bajó en Los Pedroches cuatro puntos. Esto quiere decir que 2.139 personas no fueron a votar y podemos apostar a que la mitad fueron del PP. Otro millar “fijo” que no votó a lo que siempre votaba. Otros “fijos”, con los que se cuenta al inicio de campaña, que fallaron.
El PSOE ganó y con holgura, pese a que los apoyos también cayeron. Los datos revelan que el PSOE perdió 1.564 votos en estas elecciones. Fallaron pocos, lo que les vale para teñir el mapa de rojo, pero con una alarma encendida. Quizá, y sólo quizá, el miedo no aguante otra Sanidad destruida, Educación maltrecha y muchos millones en los bolsillos de gente que pasea las siglas del partido. Porque la cultura del subsidio no es tan fuerte para soportar la carga impositiva de una quiebra por desfalco. Puede no valer el “¿Y si no voy a votar me quitan la paga?” o el “¡El PP son los ricos!”. Ahora hay mas frentes y el señorito del caballo puede que pase a ser el que lleva la rosa en la solapa.
Izquierda Unida sufrió lo que era de esperar. Porque nada había más claro que la factura de un pacto de sillón, en contra de buena parte de la militancia, costaría votos. Los verdes perdieron 426 votos, no son muchos, pero es que tampoco había tantos. Y saben donde van. Lo conocen y lo temen, igual que el PSOE. Porque IU y PSOE están condenados a bailar con la misma fortuna y tapar su fugas en la misma parte del barco. Los 2.049 votos de Podemos salen de ellos dos y de 56 descontentos más que votaron algo minoritario hace cuatro años y que ahora ven como pueden ser parte de algo importante.
En los debates de análisis, posteriores a las urnas, hubo un dato revelador. Podemos tuvo durante todo el recuento un comportamiento homogéneo. No subió o bajó en función de si el escrutinio era de zonas rurales o era de zonas urbanas. Y eso para el partido socialista es un peligro. Porque es bien sabido –miren los datos del PP de Arenas si no me creen– que las elecciones autonómicas no se ganan en las capitales y en los pueblos grandes. Las mayorías absolutas se consiguen con un voto homogéneo, calando por igual en la zona rural y en la urbana. Eso sólo lo consiguió ayer Podemos y el PSOE. Y hasta ayer sólo lo había logrado el PSOE.
Todo esto no valdrá para las municipales, aunque muchos luego se afanen en decirnos que las cosas han cambiado. Porque el 24 mayo se vota otra cosa y el peso del vecino, la familia y la cercanía en Los Pedroches pesa mucho. “Aquí se vota a la persona” y quien no lo haya oído que arroje la primera piedra. Pero vendrán las Elecciones Generales y volveremos a tener oportunidad de ver si esto es verdad o sólo un desvarío electoral. Y con los “peces gordos” en liza se demostrará si Andalucía es diferente y si en Los Pedroches lo que era fijo vuelve a moverse.
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