Los festivales se propagan por toda la geografía española durante los meses de verano con los grupos que más éxito cosechan entre el público, pero en Pozoblanco hace ya más de tres décadas que se conoce lo que implica la celebración de un festival y no a base de las canciones de moda. Aliara emprendió hace décadas una extensión a su trabajo por preservar la música tradicional y hacer partícipe al público, que poco a poco ha ido conociendo el folk propio y el foráneo. El primer fin de semana de agosto estuvo marcado en la localidad pozoalbense y, por extensión, en la comarca de Los Pedroches, por la 35ª edición del FolkPozoblanco, que concentró sus conciertos el jueves, viernes y sábado pero que estuvo presente durante toda la semana con la apertura del punto de información que cada año hace de punto de inicio del Festival.

La principal novedad de este año ha sido el cambio de escenario ya que las obras en La Salchi obligaron a la organización a dejar a un lado el patio de este emblemático edificio y cambiar por el fortín del Recinto Ferial. Allí, el jueves por la noche abrió el festival Hijos del tercer acorde, una banda vallisoletana de folk-rock con apenas nueve años de vida que presentó sus temas propios, donde dejan pinceladas del rock entremezcladas con las melodías e instrumentos de la música tradicional de varios países.

Apuesta infantil

Es todo un clásico desde años en el Folk programar espectáculos para un público infantil y familiar que permita que la apuesta por conservar la música tradicional traspase generaciones. Para eso, esta vez se confió en Armadazas, de Salamanca, un grupo salmantino que puso a bailar al público con su apuesta híbrida entre varios géneros. La noche del viernes viajó, posteriormente, hasta Madrid de la mano de Ursaria, una banda que reivindica el folklore y las músicas populares de la provincia de Madrid y que llevó esa reivindicación hasta Pozoblanco a través de su propuesta musical.

El viaje a través del folk español, desde Valladolid hasta Salamanca pasando por Madrid, finalizó en Andalucía de la mano de Los Malagatos y de la propia Aliara porque el sábado de Folk es sinónimo de estos músicos pozoalbenses que trabajan incansablemente por mantener viva la música tradicional. Mucho en común entre las dos bandas protagonistas de la última jornada del Folk, porque si Aliara nace en Los Pedroches, en el mundo rural, el grupo malagueño se fija también en los cantes típicos de la Málaga más rural. Una reivindicación de su mundo a través de las canciones más tradicionales.

El grupo malagueño interpretó diferentes cantes que lleva reinterpretando a lo largo de los años a través de la creatividad sin perder la esencia de ese folk inicial, aunque sin olvidar melodías y letras más actuales que permiten engancharse a su propuesta desde el inicio.

Aliara para el cierre

Y llegó el cierre, el de siempre y siempre diferente, el que ofrece Aliara porque el Folk es suyo, es su casa, su espacio de reivindicación del folcklore de Los Pedroches, el escenario donde se hace visible todo su trabajo y el punto de encuentro de los amantes de la música tradicional, y ahí Aliara ejerce de perfecta anfitriona. El público volvió a volcarse con un grupo que no quiso estar solo y que contó con las colaboraciones de Alba Calero Castro interpretando una canción infantil; Rafael Castejón; la cantaora Pili Acaíñas; la coplista villaduqueña Gloria Romero, y el folklorista Jaime Lafuente, natural de Valladolid. Escenario compartido para una fusión de géneros que sirvió para poner el colofón a una nueva edición del FolkPozoblanco, un festival que sigue demostrando que la lucha por la música tradicional lo es también de la identidad colectiva.