Edición: Huesca 10 de Diciembre de 1954. Así aparece en el reverso de la primera página que comienza con la frase en latín «Nihil Obstat».- El censor Dr.Vicente Tena (canónico).
Para hacer un relato moral, no sin esfuerzo, hay que situarse en el momento histórico-social en que apareció en mi vida, no por casualidad, sino por ser el libro de lectura usado en el Colegio Salesiano de nuestra ciudad en aquella época añorada de los 60. Ignorantes del contenido y significado de la frase en latín, tras ella se ocultaba a los ojos de un niño la existencia de la censura, como organización continuadora en el ámbito de la iglesia, de la Inquisición. O lo que sería lo mismo, a «sensu contrario», no te condenamos a la hoguera por tus convicciones y prácticas religiosas, pero te prohibimos que las lleves a cabo o las cultives.
Pero dada la situación social del momento, aunque hubiéramos tenido conocimiento del propósito aleccionador, no se hubiese podido evitar su contenido engañoso y represor. Engañoso, por resaltar los valores de los vencedores de la contienda bélica que trajo causa del golpe de estado franquista (despreciando y vilipendiando a los vencidos) y represor, por su imposición doctrinaria sin ninguna otra alternativa, lo cual resulta comprensible para aquella época
Hoy solo nos cabe mencionarlo reviviendo la ilusión a los ojos de un niño, contrastarlo con la realidad actual y que nos sirva de reflexión para comprobar que poco hemos avanzado en nuestras conductas y relaciones humanas.
Por esas razones y otras íntimas lo abro de vez en cuando (gracias a la generosidad de mi sobrino Rafael que me lo regaló) para no olvidar lo que desgraciadamente vivimos, la historia que nos contaron y lo duro que nos pusieron hacernos hombres de bien, tras superar muchas de la frustraciones y abusos que nos infligieron que calaron en lo más profundo del alma y que algunos de aquellos niños no pudieron superar y, en todo caso, olvidar.
A la sazón decir que el libro se titulaba «El Libro de España», huelga decir, de la España de los vencedores del golpe de Estado franquista de 1936. Ilustra su portada un escudo de la España franquista con el águila preconstitucional anunciador de una España grande y libre, presidido por una armadura de soldado medieval centrada por una enorme espada que hace honor a la “tizona” , y en su parte inferior una goleta navegando al viento blandiendo la bandera como símbolos del “expolio” americano y al fondo, parece verse el monasterio de El Escorial y algún otro edificio simbólico de la unidad, fortaleza y valores nacionales que son el principio y fin del librito de lectura.
Como muestra, algunas frases intercambiadas entre los dos hermanos que como protagonistas de la historia recorren España ensalzando sus valores, como “ Tú sabes que mataron a nuestro papá en Madrid (dice el mayor), y tenemos que ir a ……..A vengarle (responde el hermano menor) que por más inconsciente e irresponsable, por razón de menor edad , se pone en su boca la necesidad de venganza como réplica en lugar del perdón que la propia institución religiosa proclama en su doctrina
En justicia, no podemos olvidar que aprendimos a leer bajo el lema “la letra con sangre entra”. Era lo que había y contra lo cual poco o nada se podía hacer salvo ausentarse con sigilo bajo protesta de ser necesario en casa para ayudar a la frágil economía familiar o colaborar a que te echaran, como fue mi caso, pues ya en aquella lejana niñez afloraban en mí indicios de rebeldía ante las injusticias .
Volviendo al libro que, como excusa, hoy me sirve para argumentar una crítica al sistema educativo religioso, no por ello oponerme a su existencia, pues de libertad es decidir la educación que quiera todo padre o/y madre dar a sus hijos/as pero no a costa de quienes no compartimos esa religión o admitimos la legitimidad de todas ellas; pues sin necesidad de cualquier otro argumento, decir que la religión católica es la única verdadera, cuando menos, es una manifestación de soberbia e ignorancia impropia de una institución religiosa.
La iglesia católica practica la soberbia como pecado original de los seis restantes y fomenta con homilías afirmando históricamente que todo lo que dogmatiza a través de sus palabras y hechos es superior a todo lo que digan o hagan los demás, proclamando que la religión católica es la única verdadera.
Hoy, nos seguimos lamentando de la maldad de los adoctrinamientos en las aulas oculta tras las organizaciones religiosas de cualquier signo, y, como pecado humano, ejercitamos la hipocresía para censurar a uno y silenciar al otro . Ambos son censurables, pero como sabiamente dijo el personaje creado por Miguel de Cervantes D. Alonso Quijano: “con la Iglesia hemos topado amigo Sancho”.
Pero todo no es negativo, pues nos permite la contradicción a través del análisis y la formación, y nos sirve para ver cómo cualquier adoctrinamiento sea en el ámbito religioso, político o cualquier otro sector social, es mutante por obstaculizar el uso de la razón y no permitir una formación libre, moral y mentalmente sana.
Aristóteles en su “Etica a Nicómaco” afirmaba que había que entender que difieren mucho las razones que provienen de los principios, de las que van a parar a los principios. Los principios deben estar presentes en la conducta humana como cimientos para construir un sólido edificio moral y no pueden verses socavados por el uso tendencioso de diversificarlos en buenos y malos, ya que los principios como origen de la moral son los que deben presidir toda ética.
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