Por Miguel Ángel Pérez Pimentel
La Navidad es una época que al final de cada año crea una atmósfera especial. Evidentemente hay a quien le gusta y se zambulle en ese ambiente: ese que parece un eterno anuncio de la Coca-Cola lleno de fotos de cenas copiosas con gente vestida de guapo; y hay quien la odia a muerte y está en esas cenas y esas fotos, también vestido de guapo, quejándose de lo poco que le gusta y de lo hipócritas que son estas fechas. En honor a la verdad he de decir que yo ya no me quejo.
En este estado de aceptación navideño me hallaba cuando escuché Los misterios de la Navidad del programa radiofónico Informe Misterio (iVoox y Radio Hinojosa Cadena Ser). Acompañados por Antonio Arévalo, los conductores, Adrián y Santiago Jesús Aranda en la introducción explicaron como el Papa Liberio declara a mediados del siglo IV el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús de Nazaret o como la primera representación del portal de Belén es obra de san Francisco de Asís a comienzos del siglo XIII. La Navidad tal cual es hoy, anuncios de la Coca Cola aparte, aparece en el XIX. No más. No antes.
Durante la entrevista, Arévalo, respondió a cuestiones como el año y el día del nacimiento de Jesús que lo llevaron a la Palestina de Herodes el Grande. Aquí aparece la primera de las incongruencias entre los datos históricos y los Evangelios que hablan de la natividad de Jesús: el de Lucas y el de Mateo. Cierto es que Jesús y Herodes el Grande coinciden en el tiempo pero el cálculo ha de fallar cuando este murió en el año 4 a.C. Otra pregunta interesante es la que responde a la imposición del 25 de diciembre. Aquí, Arévalo, con criterio discierne entre el mensaje de Jesús, esto es, su manera de interpretar la Ley para acabar con el orden social injusto de la Palestina de su tiempo: “va a derrotar del trono a los poderosos y encumbrar a los humildes; a los hambrientos los va a colmar de bienes y a los ricos los despedirá de vacio” (Luc. 1 52-53); y lo que vino después de la mano de Pablo de Tarso: la santa madre Iglesia. Explico esto para que quede claro que es esa iglesia primitiva, naciente, la que al expandirse y comenzar a horadar poco a poco las estructuras político-religiosas del decadente Imperio Romano desvirtuó ese mensaje para dominar una sociedad politeista. Estas sociedades – explica Arévalo – tenían sus fiestas marcadas por los ciclos agrarios, es decir, los solsticios de invierno o Saturnales y de verano; así el cristianismo se instala en ese calendario adjudicándose además otros usos y costumbres paganas que les eran de interés. Fíjense que en esas Saturnales se instaura la fiesta del nacimiento de Jesús y en el otro solsticio la festividad de San Juan.
Aunque se detienen en explicar el poco rigor histórico que tiene la matanza de los inocentes, otra de las preguntas más interesantes es la que versa sobre el portal, la estrella y los reyes magos. Amén de que a saber lo que sería la estrella o las distintas versiones sobre el portal de Belén quiero mencionar que los tres reyes magos no eran ni tres ni reyes y esto no lo dicen ellos o yo quien no lo dice son los Evangelios. Mucho más se dijo de los textos fundadores del cristianismo, pasando por la Fuente Q, la descripción de los evangelios sinópticos o el evangelio de Juan – los canónicos – hasta los siempre polémicos evangelios apócrifos.
Evidentemente este tejemaneje evangélico choca con la actual concepción de la Navidad. Y termino. Lo que me deja un tanto desconcertado, ya que no soy hombre de fe, es como la estructura de la Iglesia Católica desde Trento y mucho antes ha subvertido de manera torticera el hecho nacimiento de Jesús a razón los intereses más espurios de poder, control y dominación. Incluso hoy, aunque pelean, porque se les ha ido de las manos, contra la atmósfera de anuncio de la Coca-Cola; desvirtúan la esencia última de aquello sin lo cual no existirían siquiera. El mensaje revolucionario de Jesús.
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