Cuando alguien con poder para traer bienestar a un pueblo, se corrompe y lo usa en beneficio propio, debería ir a la cárcel; pero cuando además, usa ese mismo poder para dibujar una imagen ficticia de sí mismo y así justificar el mal uso de ese poder, entonces entramos en un régimen en el cual se puede decir que no vivimos en una democracia. Así estamos Pozoblanco.

¿Por qué unas palabras tan duras? Porque una cosa es no tener ganas de gobernar como hace nuestro querido y estimado alcalde. Se sienta en su sillón, se está quietecito y cobra a fin de mes, por lo menos no empeora lo que hay. En el otro lado tenemos a Benito, que no duda en romper un grupo político por dos veces, aliarse con la oposición para tumbar un gobierno del que formaba parte (veremos si en esta legislatura repite, dándole la alcaldía a Baldomero después de habérsela quitado con una moción de censura) y todo esto, usando el poder que maneja como concejal para congregar a los medios cada vez que puede para hacerse la víctima de una situación que él ha creado a base de viciar y enturbiar la vida política del pueblo.

El último circo se llama sondeo (ilegal), que quiere vender con el valor de referéndum, pero que no es más que un circo. Me recuerda a esos referéndums como el de la OTAN, las votaciones con Franco, dónde ya se sabía el resultado antes de ir a votar, porque no hay otra opción: los que están a favor votarán que sí y los que sentimos vergüenza ajena por cómo nos dan gato por liebre y se ríen en nuestra cara no votaremos. Habrá 3000 o 4000 votos y saldrá que sí en un 90% o más.

A otros, como yo, no nos dejan ni votar, cometimos el pecado de irnos a estudiar o a trabajar fuera, por lo que parece que ya no contamos para nuestro teniente de alcalde, pese a seguir empadronado en el que es y seguirá siendo mi pueblo; se me rompe el corazón tener que ver día tras día como Pozoblanco es destrozado por un psicópata con cartera y sin pistola.