«Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra«, cantaba Cecilia. Le cantaba a ese país en el que unas elecciones son capaces de ganarlas hasta cuatro partidos o perderlas los mismos. «De tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas. ¿Dónde están tus ojos? ¿Dónde están tus manos? ¿Dónde tu cabeza?«. Ayer lo que hubo fueron votos que dejaron al PP después de cuatro años de políticas duras, de recortes y de corrupción como partido más votado pero con una sangría de votos de casi cuatro millones de votos que provocan que de 186 escaños la formación liderada por Mariano Rajoy se quede en 123.
«Mi querida España. Esta España mía, esta España nuestra«. En esa España, el PSOE consiguió frenar su caída a pesar de haber conseguido el peor resultado electoral de su historia, con feudos como Andalucía y Extremadura donde parece que ere lo que ere, uy perdón, pase lo que pase, el PSOE tiene un bastión fundamental. El recuento del precio del agua, las berenjenas, las fresas y las naranjas en la última semana dejaban a los de Pedro Sánchez relegados al tercer puesto y los 90 escaños le valen al líder de los socialistas para no descalabrarse.
«De las aras quitas, de las vendas negras sobre carne abierta«. Luego están los partidos emergentes que también tienen su doble lectura. Tanto para Podemos como para Ciudadanos el resultado es sobresaliente si tenemos en cuenta que llegaban de la nada pero se quedan cortos atendiendo a las expectativas creadas. Para la formación liderada por Pablo Iglesias era vital culminar la remontada, evidente durante la campaña electoral, siendo la referencia de la izquierda y dejando atrás al PSOE. Para los de Albert Rivera sus 40 escaños se quedan muy cortos de lo que decían las encuestas, antes de los mercados andorranos, y la decepción es evidente porque de segunda fuerza más votada ha pasado a ser cuarta. Por cierto, que alguien mire lo de las encuestas.
Seguía cantando Cecilia preguntándose «¿Quién pasó tu hambre?, ¿Quién bebió tu sangre cuando estabas seca?«. Y hoy nos preguntamos y «ahora qué pasará». Un día después de las elecciones, de que los ciudadanos hayan dejado un parlamento más plural que nunca, sin mayorías absolutas y con atisbos de cambio que se han quedado cortos aparecen los síntomas de siempre. Ya algunos andan preocupados por el papel que jugará en todo esto Susana Díaz, porque se ponga la cabeza de Mariano Rajoy para facilitar un acuerdo con el PSOE o la de Pedro Sánchez para el mismo fin, ya hay quien enfrenta a Ada Colau con Pablo Iglesias tras los resultados en Barcelona. Y hay quien tras poner por los suelos a PP o PSOE pide a gritos un acuerdo entre ambos para que el «status quo» sufra lo menos posible.
«Mi querida España. Esta España mía, esta España nuestra«, no hay quien te entienda. Se te entiende tanto o tan poco como una ley electoral que cada día es más injusta y que nadie hasta ahora, porque mandaban los grandes interesados, se ha atrevido ni tan siquiera a retocar.
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