¿Dónde nace la locura de Laurence Patterson? Esa es una de las preguntas que viaja desde el inicio con el lector que se adentre en “La jaula del sol”. Una novela del pozoalbense Fran Cobos, publicada en su primera edición por la editorial Casa Ruiz Morote, que plasma un mundo apocalíptico donde las consecuencias del cambio climático conducen a una realidad donde los dilemas morales que se derivan del propio instinto de supervivencia conducen al lector hacia posicionamientos extremos.
Ingeniero agrónomo de profesión, Fran Cobos hace su primera incursión en el mundo de la literatura con una novela que espera presentar muy pronto en su tierra natal. Una comarca de Los Pedroches a la que está íntimamente ligado y que también encuentra su hueco en las páginas de un libro que se fraguó durante diez años. Un largo proceso donde la documentación y la investigación han estado muy presentes, algo que se refleja en la lectura tanto por las exhaustivas descripciones en la propia narración como por el planteamiento de un personaje, el principal, con muchas aristas.
De todo ello charlamos con el autor de “La jaula del sol”, pero también de las similitudes que el lector puede encontrar con la situación actual dominada por el Covid-19. Y eso que el libro vio la luz en el último trimestre de 2019.
Pregunta: ¿Qué le lleva a adentrarse en el mundo de la escritura?
Respuesta: Fue un proceso natural, me encontraba en un periodo de mi vida en el que estaba muy preocupado y nervioso con la problemática medioambiental a nivel mundial. Durante el año 2010 se dieron una serie de circunstancias en mi vida que me llevaron a expresar esa inquietud en forma de escritura. Al final desarrollando los personajes la historia fue tomando forma, le di sentido a una historia completa que fue mejorando en el propio proceso.
P: Ha sido un proceso largo, de casi diez años.
R: Sí, fue largo. Independientemente de la investigación, de la documentación, tuve que abordar el aprendizaje propio que requiere para una persona como yo, que procedo de una carrera de ciencias, aprender a escribir. Eso me llevó a escribir la novela tres veces, primero con un narrador en tercera persona, posteriormente con el narrador omnisciente, hasta que me decanté por el narrador en primera persona. En realidad, la novela está escrita como si fuese un diario.
P: ¿Por qué “La jaula del sol”?
R: Barajé muchos títulos, pero creo que el elegido expresa la soberbia, la falsa creencia que tenemos de controlar el planeta, la naturaleza, es algo muy conceptual, intentar enjaular el sol. Una vez que lees el libro creo que se explica perfectamente y que el título va muy bien.
P: Ese proceso de investigación y documentación del que habla queda plasmado en el propio relato. Supongo que tampoco ha sido un proceso fácil.
R: He tenido que compaginarlo con mi trabajo, con mi familia, con una serie de circunstancias que lo han hecho más arduo aún. Tuve que investigar sobre el cambio climático, sobre geoingeniería, abordar el estudio de procesos que se producen en geología o meteorología que había estudiado, pero no con la suficiente profundidad para poder plasmarlos en una novela. He contado con la ayuda de personas que se brindaron a darme información, médicos para documentarme sobre infecciones, psicólogos para documentarme sobre la carga psicológica del personaje principal, ya que es muy importante para entender la trama, personas de Riaño que compartieron conmigo sus dolorosos recuerdos, pero debo recalcar que para mí ha sido fundamental que una persona muy cercana a mí, a quien conocí en la universidad, estuviera en el proceso de corrección y de revisión, y que pusiera a prueba cada argumento, cada decisión que había tomado en la obra, me dio mucha confianza que estuviera detrás del proceso.
P: Si hay un lugar que cobra especial relevancia en el libro es Riaño, ¿por qué esa localización?
R: Es una localización que en algún momento de mi infancia se quedó grabada en mi cerebro al ver en la televisión lo que estaba sucediendo, me impresionó de tal manera que siempre quise visitar esa comarca. Creo que es un ejemplo de un proyecto nefasto para el medioambiente de una zona única y que conllevó la destrucción de los hogares de muchas personas, de tantas vidas que se vieron obligadas a trasladarse, a cambiar su forma de vida. Pienso que es un ejemplo de barbarie, de hasta dónde puede llegar la codicia humana. En el fondo, creo que fue algún tipo de shock ver lo que allí pasó siendo un niño lo que me ha llevado hasta Riaño. También es un valle ganadero y tiene muchas similitudes con el Valle de Los Pedroches, pensé lo que me horrorizaría que destruyeran mi vida como ocurrió allí. Supongo que se debe a eso.
Se refiere el autor en este punto a la construcción del embalse en la zona que provocó que nueve pueblos se quedaran bajo sus aguas y que los vecinos fueran desalojados por la fuerza casa por casa. Una historia no tan lejana, como tampoco lo es la denuncia que subyace bajo esta novela, la necesidad de una conciencia medioambiental que “ha mejorado en los últimos años, pero es cierto que no ha mejorado la situación con la temperatura media global aumentado, con desastres naturales provocados por el cambio climático y con una realidad que ha superado a las previsiones más pesimistas”.
P: En la novela plantea una situación totalmente apocalíptica, ¿por qué recurrir a ese extremo?
R: Estamos cansados de ver, leer o escuchar noticias relacionadas con el cambio climático, con vertidos de residuos en parques naturales o en reservas marinas y no actuamos. Pensé que la mejor manera de aportar sería contar una historia extrema, algo que nos hiciera pensar hasta donde puede llevarnos nuestra forma de vida. Está claro, y ha quedado demostrado, que la sociedad no es nada si no tiene el sector primario estructurado, protegido y asegurado, qué vamos a hacer si no tenemos agricultura y ganadería. Es la base y eso se nos olvida cuando vivimos en una ciudad, no somos conscientes del trabajo y la dedicación necesarios para cuidar el entorno mientras se produce todo lo que consumimos en nuestros hogares, creo que no se está valorando lo que hacen los productores. Siempre he pensado que en el momento en que faltara todo esto nos veríamos inmersos en una situación extrema, la sociedad que conocemos se disolvería entre el caos y la mayoría no podríamos afrontar la situación.
P: La novela se publicó a finales de 2019, pero es inevitable ver ciertas similitudes con la situación actual marcada por el Covid-19. ¿Está de acuerdo?
R: Sí. Está claro que el microorganismo de la novela no tiene nada que ver con el que nos está afectando ahora mismo a nivel mundial, pero hay situaciones muy parecidas. Una vez que te sumerges en la novela te encuentras protocolos, procedimientos, un bloqueo gubernamental, un bloqueo de la sociedad en general, pero de las autoridades en particular porque nadie sabe cómo acometer una situación como esta, o al menos parece no saberse. Ese caos, esa inseguridad que se crea en el ciudadano se palpa en la novela. Cierto es que es una novela de ficción que nos sitúa en una realidad apocalíptica, pero sí que hay muchas similitudes que el lector puede identificar.
P: Similitudes que se mueven también en el negacionismo que une al cambio climático y a la pandemia del Covid-19.
R: Efectivamente, hay una relación creo que incluso directa de cómo se trata al cambio climático y a la pandemia. Hay negacionistas desinteresados y otros interesados, unos que niegan el cambio climático por falta de información, por convicción o por ignorancia, pero hay un porcentaje altísimo de industrias, de gobiernos, que lo niegan porque les interesa. Con esta pandemia está ocurriendo lo mismo, hay un paralelismo y una relación directa entre la forma de tratar ambas cosas.
P: A lo largo de la novela también aparecen los dilemas morales a los que se enfrenta una persona y más ante situaciones tan extremas.
R: Creo que las personas nos conocemos realmente en situaciones extremas, en la novela intento plasmar esto. Cuando tienes sobre la espalda el peso de la familia, su supervivencia, la de tu gente, en ese momento te enfrentas a los principios básicos, a los que te inculcaron y quedan los que realmente cuajaron y se quedaron como parte de ti. El lector se planteará qué opciones tomaría en cada situación.
P: Es su primera novela, ¿habrá más? ¿Está disfrutando con lo que le está dejando este primer trabajo?
R: Sí, estoy trabajando en proyectos nuevos, lo que no puedo decir es si serán publicados. Respecto a la segunda pregunta, soy ciertamente una persona tímida y disfruté más el proceso de escritura que el de posicionamiento. He expresado en la novela muchos de mis miedos, algo que no había hecho nunca, y me está siendo difícil. Me cuesta trabajo verme en una entrevista o en Internet.
Esa “timidez” no es óbice, sin embargo, para que Fran Cobos ya esté trabajando en presentar su primer trabajo de ficción en Pozoblanco, aunque también le gustaría hacerlo en Añora. Ambas localizaciones aparecen en la novela. ¿Cómo? Eso se descubre a lo largo de las páginas de “La jaula del sol”, que puede ser adquirida en las librerías Ángel López y Abecedaria de Pozoblanco y en la tienda online de 17pueblos.
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