Le valió el prestigioso premio Gil de Biedma y el poder publicar con la editorial Visor, uno de sus sueños. El poemario «Vértices» ha marcado un punto de inflexión en la obra de Francisco Onieva, que ayer presentó en Pozoblanco esta obra de la mano de Juana Castro. Una presentación donde el autor dejó claro que se trata de su obra «más ambiciosa y personal» y en la que dijo hablar «sin máscaras ni disfraces». Una búsqueda nacida en la condición de padre y donde se ha encontrado tintes de soledad porque «las mujeres sí han conseguido crear un universo femenino en torno a la maternidad, no así los hombres».
Antes de leer algunos de los poemas que dan vida a «Vértices», el escritor explicó que «he abordado este libro desde el yo hombre, el yo padre, abarcando una reflexión acerca de la redefinición de fronteras que supone el hecho de ser padre». Esa es la idea con la que ha tejido un libro que tuvo entre manos durante nueve años y del que tuvo que alejarse para «no caer en lo meramente autobiográfico». «No quería contar mi experiencia como padre sin más», explicó el autor que también busca y deja constancia en su poemario algunas de las grietas e injusticias de la sociedad actual.
A estos ingredientes también se le une la presencia de los elementos naturales de un paisaje que está muy presente en su obra, el de Los Pedroches porque como dijo Juan Castro «no ha nacido entre las encinas pero ha aprendido a mirarlas». «Vértices» es, en definitiva, una reflexión sobre un universo capaz de cambiar la mirada de un hombre que encuentra en sus hijas su única «patria», aquella en la que merece la pena vivir.
Por último, Onieva apuntó que «Vértices» habla también «del amor que hace al mundo algo menos inhóspito y que merece ser vivido», en referencia a la paternidad, un aspecto que al jurado del Gil de Biedma le hizo hablar del «tono celebrativo» del libro.
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