“Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este pueblo, por amor a ellos” (Gn.18,26)
Así habló Yahvé a Abraham (padre de las multitudes) por su intercesión en favor de los justos, para librar del fuego divino a la ciudad de Sodoma. Está escrito: el ser humano es impío e injusto por naturaleza (para los creyentes, por voluntad divina).
Podríamos acudir a otras citas bíblicas para fundamentar la razón de esta crítica. Ejem: “Quién esté libre de pecado que le tire la primera piedra” (Jn 8,7). Cita del Nuevo Testamento, con igual fundamento de exigencia personal para actuar con libertad.
Entonces, ¿a qué se debe que algunos ciudadanos de Pozoblanco, digan con resignación: “Yo no me puedo señalar” “Si me señalo, me puede perjudicar: tengo un negocio, no tengo trabajo, mi hijo/a trabaja en el Ayuntamiento” y otras frases denigrantes, no para quienes las pronuncian, y que suelen salir de boca de las personas más humildes, las más dependientes socialmente.
Son verdades vergonzantes que deben hacerles sentirse infelices e interiormente mal, por ver hipotecada su libertad, pero tienen que comer cada día.
Lo indecente, lo inmoral e inadmisible en una sociedad que se dice moderna y de plena democracia, y que se vanagloria de tutelar los derechos fundamentales de las personases, es comprobar como persiste una sumisión similar a las servidumbres medievales (los siervos de la gleba)
Si tales hechos se pudieran probar (acudiendo a la denostada y lenta justicia) podrían ser constitutivos de responsabilidad penal. Pero las víctimas silenciosas no se atreven a hablar, tenemos que hacerlo en su nombre quienes sí podemos señalarnos, pero ese privilegio no le ha sido otorgado a la gran mayoría, a esos “siervos” que lo fueron del duro trabajo en el campo, guardando cochinos, cogiendo aceituna por cuatro reales, hipotecados desde su niñez, y para toda la vida, hoy sometidos a contratos laborales miserables, que malamente les permiten mal comer, y además le han sellado la boca, aquellos que deberían garantizar precisamente la libertad en su más amplio contenido
Esas víctimas de su propia existencia deberían haberse dado cuenta ya que fueron y siguen siendo siervos, que arrastran una hipoteca que nunca van a cancelar, a no ser que levanten la voz y hagan realidad la letra y el espíritu de ese himno del pueblo andaluz, que únicamente se recuerda el día de su bandera: “andaluces, levantaos, pedid tierra y libertad, sea por Andalucía libre……”
La vergüenza social (ya que su conciencia no les culpa) es de aquellas personas que ostenta el poder civil y económico que tiene bajo control, entre otros sectores, a los medios de comunicación, medios también hipotecados por su propio egoísmo personal, no por necesidad imperiosa de vivir, pues los titulares de esos medios de comunicación tienen preparación personal y recursos para actuar desde la libertad más absoluta, libertad que les exige su propio código ético que juraron servir. Tanta culpa tiene quienes les coaccionan, como los que voluntariamente se prestan a ello. Siervos de cualquier señor, pues hoy se someten a uno y mañana se someterán a otro, siempre haciéndo reverencias y agasajos a sujetos de poca fiabilidad y menos moral.
Hace veinticinco siglos, dijo Platón “…los males del género humano cesarán cuando o bien los gobernantes se hagan filósofos, o bien los filósofos se conviertan en gobernantes…”
Al día de hoy no ha ocurrido ni es probable que ocurra, pues los filósofos no están por la mezquindad de ejercer la política, y los segundos, dedican el grueso de su tiempo a maquinar y mentir para conseguir el poder, y cuando lo ostentan, dedican el tiempo que les resta a confabular para no perderlo, utilizando toda clase de artimañas, indecencias y perversiones.
En nuestra ciudad de Pozoblanco, el partido conservador ha conseguido el poder legalmente. Es incuestionable, lo cual no obsta a que el ejercicio de ese poder abusivo y tiránico se haya concentrado en una persona aparentemente fiable, de una buena sofisticación verbal. En definitiva, el típico sileno de Alcibíades invertido (buena apariencia exterior, pero oscuridad interior), persona reprimida por sus inseguridades, que niega cualquier trabajo de colaboración en la seguridad de ostentar la verdad, lo que ha devenido en un caos interno que le está llevando a la tiranía y el abuso de poder, y aún más censurable, el perjuicio que esas actitudes causan a la democracia de un país.
¡A ver si las vemos venir! Para no tener que lamentarlo después.
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