El Plan de Transición hacia la recuperación de la llamada «nueva normalidad» deja, al menos, a un sector con más dudas que certezas. Muchas miradas estaban puestas en lo que iba a ocurrir con el sector de la hostelería y lo cierto es que hay coincidencias entre los profesionales y trabajadores de señalar que el plan de desescalada se presenta, para la gran mayoría, como inviable ya que la reducción del aforo permitido conlleva una facturación mucho menor con idénticos gastos. Desde la Asociación de Hosteleros de Pozoblanco, Hostepozo, se ha pedido unidad a la hora de actuar, mientras que se esperan estos días cambios y rectificaciones en lo planteado en el Plan de Transición.
Las primeras medidas de cambios significativas llegarían para el sector el 11 de mayo con la entrada en la fase 1 donde la apertura de terrazas se limitará al 30 por ciento de las mesas permitidas en años anteriores asegurando distancias, aunque los establecimientos podrían tener mayor número de mesas si el ayuntamiento permite más espacio disponible. Con esta normativa, Adrián Fernández, uno de los propietarios de la cafetería Bogue explica a este periódico que «no compensa, para nada, hay que tener en cuenta que los gastos estarían al cien por cien y el aforo muy limitado, además de que habría que contar con otras variables como el tiempo. Si ya hay meses en los que es complicado sacarle rendimiento, en estas condiciones no compensa».
Por este motivo, Adrián Fernández apunta que «nosotros no abriremos en estas condiciones» y se pone como meta el volver a dar servicio en su negocio cuando el aforo permitido alcance el 50 por ciento. En este punto menciona el aspecto de la normativa que alude a la «flexibilidad municipal para permitirnos aprovechar más los espacios al tener que cumplir con las distancias de seguridad». Esos son unos planes iniciales que podrían cambiar ya que «la incertidumbre es enorme, se han ido dando pasos que al día siguiente se han cambiado, por lo que tenemos que esperar».
Isidro Rubio es otro de los hosteleros que mira y estudia ese Plan de Transición para conocer en qué condiciones puede reabrir El Estudiante. Aunque tiene muy en cuenta que si los hosteleros deciden tomar decisiones de manera unida las seguirá, es uno de los pocos empresarios preguntados por este periódico que abriría el 11 de mayo en las condiciones establecidas. «Mi negocio, dentro de todo lo malo, puede abrir para ver cómo funciona porque la terraza es amplia, yo soy de los que prefieren probar. Es cierto que no sé si me compensaría, nadie sabe decirme las mesas que podría poner, tampoco sé si la gente iba a responder, pero si puede poner entre 8-10 mesas pues me gustaría probar, aunque sé que es algo arriesgado», apunta.
Entiende que cada hostelero tendrá una casuística y que entran en juego factores que van más allá del aforo apuntando que «cómo se va a controlar el aforo, cómo se va a delimitar cuando se permita servir dentro», son dudas comunes a todos los hosteleros. A eso hay que unir que «creo que al principio la gente va a tener miedo, es todo muy complicado», a pesar de que pueden «las ganas de empezar y si no podemos en las condiciones actuales pues habrá que buscar nuevas fórmulas y reinventarnos».
El límite de aforo, un lastre
«Las medidas me parecen poco sensatas porque con el 30 por ciento de aforo es imposible que un negocio se sostenga, nuestro caso particular es también insostenible subiendo ese aforo a la mitad», afirma Álvaro González de La Costanilla. Por eso, los responsables de este negocio plantean sus opciones en La Piñata, con terraza en el Parque Aurelio Teno, y donde podrían encontrar salida siempre y cuando «el Ayuntamiento nos permita ampliar la terraza».
Así las cosas, prosigue explicando que «nosotros barajamos finales de mayo siempre y cuando contemos con esa ampliación en la terraza, si no es así no nos planteamos abrir». Álvaro González recalca que «la situación es muy complicada, no sabemos qué vamos a hacer» y apunta que su negocio está listo para abrir en el momento permitido, pero con unas garantías de viabilidad. Una viabilidad que también tendrá que verse con el paso del tiempo porque «la situación es incierta, lo normal es que la gente tenga reparos, puedes abrir el 8 de junio y ver que no tienes clientela».
A la espera se encuentran también en el Jaleo ya que en la primera fase, sin terraza, las puertas de este bar seguirán cerradas. Con todo, sus propietarios ya piensan en qué harán cuando se permita el consumo en el interior y los planteamientos son igual de inciertos. «Nos quedaríamos con cuatro mesas en un local muy grande, en la barra habría qué ver cuántas personas se pueden poner, es todo una locura», afirma José María Moyano que también detalla que «nosotros somos tres socios y podemos aportar más trabajo, pero en líneas generales no somos conscientes de lo que se nos viene».
Mientras llega el momento de abordar la apertura y saber en qué condiciones se podrá realizar, José María Moyano matiza que «lo que tenemos claro es que queremos abrir con seguridad, ya que hemos llegado hasta aquí hacerlo de una manera que garantice la seguridad». Eso sí, al igual que la gran mayoría de sus compañeros tiene claro que aunque haya que asumir ciertas restricciones, las limitaciones al 30 por ciento no son asumibles.
Apertura en junio
Carlos Fernández es propietario de Kàran Bistró y tiene muy claro que su restaurante no abrirá las puertas hasta el mes de junio, siempre y cuando todo vaya bien. «Veo las medidas muy precipitadas, ellos mismos saben que un negocio no puede abrir con el 30 por ciento de su capacidad, que no es viable», afirma y ahonda indicando que «un negocio con terraza tiene empleados, si se reduce esa terraza qué pasa con los empleados».
Carlos puntualiza que «son muchos gastos los que implica tener un negocio, cuando abramos esos gastos se activarán todos de nuevo y habrá gente que lo pase mal». Con todo, abogar por la «tranquilidad» para poner en marcha de nuevo los negocios porque «estamos hablando de salud, de que una persona se contagia, va a su casa y contagia a otra, hay que tener paciencia». A pesar de ello, asegura que «ya hay gente que me ha llamado para saber cuándo abrimos y reservar», pero tiene muy claro eso no ocurrirá hasta que su modelo de negocio pueda tener unas garantías de seguridad.
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