Le gusta estar en un segundo plano, pero atiende a nuestra petición entendiendo que es parte de la fiesta del carnaval pozoalbense. Juan Bautista Escribano firma letras del coro de Prode y de la comparsa «Los Tunantes» dejando evidencia en ellas de su sensibilidad, de su compromiso y de su pasión por su tierra. Reconoce que tuvo que aprender a escribir pasodobles y que los cuplés le cuestan por «no ser especialmente gracioso», pero otorga el protagonismo al colectivo porque «mis letras por sí mismas no son nada». Ahí radica para Juan Bautista el secreto y la esencia del carnaval, la suma de esfuerzos.
Pregunta: ¿Cómo se acerca al mundo del carnaval?
Respuesta: Me acerco por casualidad, como los científicos que están buscando una cosa y se encuentran con otra. Me pidieron que echara una mano en un taller que había en Prode en el que se juntaban personas con discapacidad, voluntarios y personas que trabajaban allí. Me pidieron que hiciera unas letrillas para cantarlas en ese taller y luego si la cosa salía, que salió, vestirnos y salir en carnaval. Y así fue. No sabía lo que era un cuplé o un pasodoble.
P: ¿Cómo es ese proceso de aprendizaje?
R: Aprendo a base de ‘coscorrones’, como se dice por aquí. Me pasaban cosas como escribir unas letras y que me dijeran, oye que los pasodobles son como más serios y el cuplé más corto y gracioso. Tuve que aprender todo preguntando a la gente que sabía más que yo, que es una manera de aprender importante e interesante, y documentándome.
P: ¿Qué tiene que tener una letra de carnaval?
R: Creo que lo que no tiene que ser es una canción protesta, eso lo tengo muy claro, la canción protesta es otra cosa, tiene su ámbito y el pasodoble se encuentra en un marco festivo. Dicho lo que no debe de ser, entiendo que debe ser una expresión de libertad y que siempre hay que ir buscando, yo no siempre lo consigo, el espíritu de la copla, que toque la fibra sensible, que hable de sentimientos, que hable de lo que nos pasa a la gente corriente, la alegría, la pena, la amistad, el amor, el trabajo…
P: Empezó en el coro de Prode pero ahora también escribe las letras de la comparsa de ‘Los Tunantes’, una agrupación con la que ha saboreado dos finales en Córdoba. Supongo que a la hora de escribir hay diferencias y más exigencia cuando se decide ir al concurso de la capital.
R: Cuando decides ir a Córdoba tienes claro que vas a un concurso, si decides ir al Gran Teatro eres consciente de que vas a competir con otros, te va a mirar un jurado y tienes que cumplir con una serie de mínimos en determinados aspectos como la duración, el número de componentes o los instrumentos que puedes utilizar. En las letras también te exiges el poder hacer algo que pueda gustar a ese público y a ese jurado. Siempre le pido al grupo que me ayude. Por ejemplo, el primer año que escribí el repertorio completo de la comparsa, el de La Terminal, escribimos una letra a Rafael Castro Pérez. Yo no sabía quién era, pero si conocía la canción que escribió y que cantamos todos, ‘Soy cordobés’. Ese año había muerto y una persona del grupo me dijo que por qué no le escribía un pasodoble. Me informé, documenté y escribimos un pasodoble. ¿Qué pasa? Que ese pasodoble nos abrió las puertas del Gran Teatro y los oídos del jurado y el público, siempre he dicho que hay un antes y un después de ese pasodoble porque cuando la gente lo escuchó hubo gran parte del público que se puso en pie y se vio a la comparsa de Pozoblanco de otra forma.
P: Por cierto, me ha contado cómo llegó a Prode pero no a la comparsa, ¿cómo se establece esa relación?
R: Llego porque en ese grupo canta mi hijo y cuando forman la comparsa vienen a hablar conmigo. Me sentí desbordado porque no me veía capaz. El primer año gran parte de la letra la hizo José Luis Ballesteros, yo colaboré en algún pasodoble. Luego La Terminal, La Incorruptible, La Peña del Bombo y este año ya sí que he sido yo quien he escrito la letra completa y lo he hecho como buenamente he sabido.
P: ¿Cómo llegan sus pasodobles al grupo?
R: Hablo con ellos, llegamos a la elección de un tipo, una idea y cuando la tenemos empiezo a escribir. Normalmente empiezo con la presentación y si le gusta al grupo arranco con los pasodobles. Primero hacemos uno de medida, que se llama, y después vamos dosificándonos porque el carnaval también es actualidad y tenemos que estar atentos. Los cuplés son más abiertos, hay algunos que yo no escribo porque no soy especialmente gracioso, y luego el popurrí tengo una forma especial de escribirlo, me invento una historia y sobre esa historia monto las diferentes cuartetas. Hay otros autores que hacen piezas independientes, en los míos hay un hilo conductor, tienen eso de particular.
P: Hubo un momento que particularmente creo importante para la comparsa y llega con ‘La Incorruptible’. El tipo y las letras calan y lo hacen entre los periodistas cuando es su profesión la que se pone en el punto de mira.
R: Nunca se me olvidará la mañana que leí la crítica de Cordopolis porque en años anteriores, no nuestros, de grupos buenísimos de Pozoblanco y de la provincia pues se nos ninguneaba. Y de repente me encuentro una crítica que abre con nosotros, que termina con nosotros y que habla de nuestra comparsa. No daba crédito.
P: Quizás es porque parte de la prensa se sintió muy identificada con el mensaje que daban sobre el periodismo.
R: La verdad es que fue un pelotazo, cada comparsa tiene una historia que sería para hablar largo y tendido. Esa concretamente nos planteó diferencias importantes entre el grupo, el autor, la música porque había cosas que no encajaban. La presentación fue dura de salvar. Al final quedó una cosa que gustó mucho, pero no siempre lo tuvimos tan claro. Hablé con tres periodistas jóvenes, preparé un cuestionario sobre temas que había pensado y la verdad es que me ayudaron mucho, me dieron pistas. Con esto quiero decir que hay una cosa que me parece que es fundamental en el carnaval, algo que es de lo que más me gusta, y es que el carnaval es una suma de voluntades. Una letrilla que yo pueda hacer no es nada hasta que no se convierte en copla y ese proceso lo que tiene de diferente es el trabajo de las personas por las que pasa. Yo escribo, pero José Luis hace la música, ensaya con el grupo, hay un trabajo enorme de percusión, un trabajo de voces, de interpretación. Una letra en un papel no te dice nada, pero esa suma de voluntades, sí. Si no se entiende así, no tiene sentido, es un disparate. Yo no puedo hacer nada para que mis letras por sí mismas valgan.
P: Cuando llegan esas discrepancias con el grupo, ¿es un autor intransigente?
R: Creo que cada día lo soy menos, pero eso te lo dan los años y la confianza en el grupo. Al principio puedes creerte que lo haces mejor, pero te vas dando cuenta con el tiempo que las aportaciones te enriquecen. Yo creo que he ido de más a menos, también nos conocemos y me siento valorado, hay plena libertad para decir cuando gusta una letra o cuando no. Yo mismo cuando los veo defender un pasodoble sé si les gusta o no.
P: Y la exigencia, ¿se incrementa?
R: Fíjate cómo empecé y dónde estamos. Yo me exijo, a mí me gusta hacer bien todo lo que hago y con esto me pasa lo mismo. Ahora que estoy jubilado me pongo e intento pulir las letras. Las escribo y se las dejo ver a mi hijo y a mi mujer, que son mis críticos más severos. Además, también se las doy a José Luis antes de que las vea el grupo, no me gusta quedarme con lo primero.
P: El año pasado su agrupación cantó un pasodoble dedicado a Aliara que gustó mucho. ¿A qué pasodobles les tiene un cariño especial?
R: Para mí es muy especial el pasodoble a Rafael Castro Pérez porque yo he cantado muchas veces esa canción y no sabía quién la había escrito y poder homenajear a esa persona fue muy importante. Luego están casi todos los que he escrito a Pozoblanco porque cuando escribo lo hago desde lo que siento. El de Aliara, por ejemplo, es que soy un admirador de Aliara, no tengo que esforzarme para piropearla. Hay uno muy especial también que escribí a Prode, que habla de la discapacidad que está basado en una historia real de gente a la quiero mucho. Habla de unos padres que van a adoptar y le dijeron que sólo tenían personas con discapacidad, que lo pensaran. Ellos dijeron que ya lo tenían pensado. Esa historia la conté en aquel pasodoble y para mí es importante. Este año, aunque no quiero adelantar mucho, tenemos un pasodoble a Mediana Azahara que me sale de dentro porque soy un enamorado desde que la visité por primera vez.
P: ¿Y la crítica? ¿Es usted muy crítico?
R: Me dicen que no lo soy. Yo tengo mi forma de decir las cosas, creo que las digo de forma bastante rotunda, pero también intento ser sutil. No me sale hacer las cosas de otra forma, no digo que sea la correcta, pero es la mía. Hago crítica pero a mi forma porque de lo contrario no sería yo.
P: Este año llegan con Las Tablas de la Ley.
R: Cuando hablas de las tablas de la ley todos pensamos en un personaje bíblico, histórico que es Moisés. Muy de lejos nos inspiramos en la historia de la humanidad, del pueblo de Israel, de una forma muy, muy libre.
P: Se estrenan el 23 de febrero en Córdoba, ¿cómo es el público cordobés?
R: La primera vez que fui con La Panacea cuando se apagaron las luces y la gente empezó a pegar voces lo vi un poco gamberro, pero bueno luego supe que era así en todos los sitios. De entrada, le pasa como a toda la gente del carnaval, que quieren escuchar a los suyos y a mí no me parece mal. Yo creo que la clave es que a ese público le puedas dar algo que diga, esto también vale. Eso es muy difícil y para una agrupación de la provincia mucho más.
P: ¿Cuesta que se le miren con los mismos ojos que a una agrupación de la capital?
R: Cuando hicimos La Terminal escribimos un pasodoble para la final en el que yo criticaba ese desdén hacia los grupos de la provincia. Cuando yo canto que soy cordobés es porque lo soy, entonces escúchame como un cordobés. Me parece ridículo y eso se tiene que ir superando, por eso hay que hacer pasodobles como ese, duro, paro decirle a la gente que hemos venido a cantar, a que nos escuchen.
P: El carnaval es actualidad, es narrar la actualidad cantada. ¿De qué le gustaría hablar o de qué va a hablar?
R: Me da un poco de miedo porque es la verdad y es la parte de mayor responsabilidad. Hay mucha gente que participa en el carnaval, pero los que pensamos somos muy pocos. Me preocupa equivocarme, no tener la gracia suficiente, que seamos tan pocos porque eso le resta al carnaval. Nosotros este año con Las Tablas de la Ley queríamos hablar sobre la ley, las leyes que tenemos, las que no tenemos… Este año hay pasodobles de los voluntarios que han ido al Mar Mediterráneo, pasodobles a los inmigrantes, a Medina Azahara, a las mujeres porque este año hay que hablar de ellas. Ahora que estoy viendo carnaval de Cádiz pues pienso en otros temas.
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