Bajo la atenta mirada de Lope de Vega, con el mosaico con la figura del escritor que preside la plaza que lleva su nombre, más de doscientos actores y actrices hacen suyo ese punto neurálgico de Fuente Obejuna para traer a la actualidad el texto que vio la luz durante el Siglo de Oro español. La representación de ‘Fuenteovejuna’ es uno de los emblemas de esta localidad del Valle del Guadiato que apuesta por el teatro popular, dejando el protagonismo a los vecinos del municipio, sin renunciar absolutamente a nada. Adentrarse estos días en Fuente Obejuna es sinónimo de acercarse a un capítulo de la historia de esta villa que en estos días echa el resto para que ese viaje sea una opción desde el inicio. El espectador tiene la posibilidad de iniciar ese paseo cuando recorre los últimos metros para acceder a la plaza donde el teatro detiene el tiempo, calles donde la decoración evoca a esa época pasada. Pero no se equivoquen, la ‘Fuenteovejuna’ que se puede ver estos días es una obra de teatro con un contenido de plena actualidad que nace bajo la dirección de Ángel Luis Martín y la adaptación literaria del cronista oficial del municipio, Manuel Gahete.
“Sea Fuente Obejuna la voz de una mujer fuerte”, con ese grito desgarrador y colectivo se cierra una obra que cede protagonismo y terreno al mundo femenino a través del personaje de Laurencia, magistralmente interpretado, y que conmueve tanto en las escenas donde evidencia su sufrimiento ante los abusos del Comendador, como en la que reivindica la venganza de todo un pueblo. Suya es la arenga a sus vecinos, a esos hombres que llama cobardes por dejar “a las ovejas a merced de los lobos”. La Laurencia presentada por Ángel Luis Martín es la clave de una obra que grita contra el silencio ante el abuso, se revuelve contra los abusos a las mujeres y pide sentirse como una igual ante todos sus vecinos. En la fuerza, en la belleza –en el más amplio sentido del concepto- y en la convicción de Laurencia recae el peso de esta edición de ‘Fuenteovejuna’.
Pero la obra de uno de los más célebres dramaturgos de la literatura española tiene otros matices, otros momentos donde el espectador puede recrearse y disfrutar. Y aquí entra en juego el antagonismo entre las escenas donde Fernán Gómez de Guzmán y sus hombres ocupan el escenario –lúgubres, con música casi tétrica- y en las que es el pueblo el protagonismo, donde la alegría se impone, las risas toman el espacio, los niños juegan, los pastores trabajan y las mujeres charlan a la orilla del río. La obra, que sobrepasa las dos horas de duración con un descanso de diez minutos, consigue cautivar también por su dinamismo, por el acierto de la transición entre escenas, por esa música que contextualiza y que ayuda al espectador a situarse y, por supuesto, por la apuesta por la vistosidad en algunas escenas sublimes como las de combate, el monólogo de Laurencia, la violación a Pascuala o las que tiene como protagonistas a los Reyes Católicos, en especial esa en la que los vecinos piden perdón por el asesinato del Comendador. Una entrada de Fernando y una espera de Isabel épica y con la pomposidad que se le presume a la Corona.
La historia de ‘Fuenteovejuna’ pocos secretos puede desentrañar con cuatrocientos años de vida, pero el “mueran los tiranos” se convierte en otro grito emblema de la obra que entra en otro estadio cuando el pueblo se subleva ante los abusos de poder, cuando el silencio colectivo viene a significar la salvación común. El honor del pueblo consigue imponerse a la tiranía. La villa de Fuente Obejuna lleva noches recibiendo con entusiasmo la obra que hasta el 25 de agosto puede verse en esta pequeña localidad que durante estos días consigue hacerse inmensa a través del teatro.
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